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Romanos 8:24 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

24 Dios decidió salvarnos porque tenemos la confianza de que él así lo hará. Pero esperar lo que ya se tiene no es esperanza. Nadie espera lo que ya tiene.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Estamos salvados, pero todo es esperanza. ¿Quieres ver lo que esperas? Ya no sería esperar; porque, ¿puedes esperar lo que ya ves?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Porque en esperanza fuimos salvos, pero la esperanza que se ve, no es esperanza, porque ¿para qué esperanzarse° en lo que alguno ve?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Pues con esa esperanza hemos sido salvados. Ahora bien, esperanza cuyo objeto se ve, no es esperanza. Porque, ¿quién espera lo que ya está viendo?

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Romanos 8:24
29 Referans Kwoze  

Vivan alegres, pues ustedes tienen esperanza. Muestren paciencia cuando les toque sufrir y nunca dejen de orar.


Le pido a Dios, quien da esperanza, que los llene de toda alegría y paz. Pues ustedes creen en él, y quiero que el poder del Espíritu Santo los llene de confianza.


De hecho, todo lo que leemos en las Escrituras se escribió para enseñarnos. Lo que en ellas está escrito nos alienta y nos ayuda a seguir confiando en lo que hemos creído.


Aún cuando parecía imposible tener hijos, Abraham creyó y esperó. Por eso llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu familia!».


También por medio de la fe en él, Jesucristo nos acerca al amor de Dios. Y ese amor es firme. Así que nos gozamos, porque tenemos la esperanza de compartir la gloria de Dios.


Pues la creación no está cumpliendo su propósito, y no es su culpa, sino que así lo decidió Dios. Pero queda la firme esperanza


Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la mejor de ellas es el amor.


Así que no ponemos nuestra atención en las dificultades que ahora vemos, sino en cosas que no se ven. Pues lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.


Vivimos creyendo que Dios nos dará ese nuevo cuerpo, aunque ahora no lo veamos.


Pero nosotros sabemos que el Espíritu y la fe que tenemos en Cristo nos dan la seguridad de que Dios nos aceptará como justos.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


Dios se propuso revelarles cuál es la gloriosa riqueza de ese plan secreto para todas las naciones. Y el plan es que Cristo viva en ustedes, y les dé la seguridad de compartir la gloria de Dios.


Y sabemos que lo hacen porque están seguros de la recompensa que Dios les dará en el cielo. Esta seguridad la obtuvieron al escuchar el verdadero mensaje, que es la buena noticia


A nosotros, en cambio, nos interesa, por eso vivimos alertas, como si todo el tiempo fuera de día, siempre viéndolo todo con claridad. Vivimos protegidos por la fe y el amor, como con una coraza protectora. Nuestra seguridad en la salvación nos protege como un casco protege la cabeza.


Dios nuestro Padre nos amó mucho y, aunque no merecemos ese amor, nos consuela eternamente y nos da la seguridad de nuestra salvación. A él y a nuestro Señor Jesucristo les pido


Así lo hizo para que, siendo declarados justos por medio de su amor inmerecido, llegáramos a tener la confianza de recibir la vida eterna.


Ahora bien, tener fe es estar seguro de recibir lo que se espera. Es tener la seguridad de que algo es real, aunque no se vea.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nuevas personas y nos ha dado seguridad de que recibiremos sus promesas. Es como si nos hubiera hecho nacer de nuevo, y eso lo hizo por medio de la resurrección de Jesucristo.


Todo el que confía en que Cristo así lo hará deja de vivir pecando, porque Cristo no tiene pecado.


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