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Romanos 8:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

16 El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 El Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

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Romanos 8:16
27 Referans Kwoze  

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.


Tampoco podrán morir, pues serán como los ángeles. Son hijos de Dios porque toman parte en la resurrección.


Pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.


Nosotros somos testigos de estos acontecimientos. También lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen.


Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.


La creación espera con ansiedad que Dios revele que somos sus hijos.


Y no solo ella, nosotros también sufrimos y nos quejamos. Esperamos nuestra total liberación de nuestro cuerpo, y que así nuestra adopción como hijos sea completa. Pero, mientras tanto, sufrimos. Y sufrimos aunque tenemos al Espíritu, que nos fue dado como adelanto de todo lo que vamos a recibir.


Así mismo, el Espíritu nos ayuda cuando somos débiles. Cuando no sabemos qué pedir, el Espíritu mismo le ruega a Dios por nosotros. Ruega con gemidos que no pueden expresarse con palabras.


«Y sucederá que en el mismo lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados “hijos del Dios viviente”».


En otras palabras, no se es hijo de Dios por ser descendiente de Abraham. Al contrario, los verdaderos hijos de Abraham son los que nacen de la promesa de Dios.


Para nosotros, es motivo de satisfacción el saber que no hemos hecho nada malo. Nos hemos comportado en el mundo, y especialmente entre ustedes, con la honestidad y sinceridad que vienen de Dios. Y lo hemos logrado gracias al amor inmerecido de Dios, y no gracias a nuestra sabiduría humana.


nos tomó como propiedad suya. Él puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas.


Es Dios quien nos ha preparado para esto y nos ha dado su Espíritu como garantía de que así lo hará.


Yo seré un Padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas —dice el Señor Todopoderoso».


Todos ustedes son hijos de Dios por haber creído en Cristo Jesús.


Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, y por medio de él decimos: «¡Abba! ¡Padre!».


Ustedes oyeron el mensaje de la verdad, la buena noticia que les trajo la salvación. Cuando creyeron en ese mensaje, recibieron el Espíritu Santo prometido. Y, al recibirlo, fueron marcados como propiedad de Dios. Y esto se lo debemos a Cristo.


No hagan que el Espíritu Santo de Dios se ponga triste por su mala conducta. Pues el Espíritu es como un sello que ustedes llevan en su cuerpo. Con ese sello serán reconocidos como propiedad de Dios cuando llegue el día de su salvación final.


¡Miren cuánto amor nos tiene el Padre! Por eso somos llamados hijos de Dios. ¡Y de verdad lo somos! Pero los pecadores de este mundo no nos conocen, porque no conocen al Padre.


En esto se reconocen los que son hijos de Dios y los que son hijos del diablo: el que no hace lo que es bueno ni ama a su hermano en la fe no es hijo de Dios.


Queridos hermanos en la fe, ya somos hijos de Dios. Sin embargo, todavía no se nos ha mostrado todo lo que llegaremos a ser. Lo que sí sabemos es que cuando Cristo venga seremos como él es, porque lo veremos tal como él es.


Dios nos ha dado su Espíritu, y por eso sabemos que vivimos perfectamente unidos a él.


El que cree en el Hijo de Dios acepta lo que Dios dice acerca de su Hijo. El que no le cree a Dios está diciendo que él es un mentiroso, pues no cree en lo que Dios ha dicho acerca de su Hijo.


Al que salga vencedor le daré todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.


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