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Romanos 8:15 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

15 Y el Espíritu, que Dios les ha dado, no los hace otra vez esclavos del miedo. Al contrario, el Espíritu los adopta como hijos y les permite decirle a Dios: «¡Abba! ¡Padre!».

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Biblia Reina Valera 1960

15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Porque no recibisteis espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor; sino que recibisteis el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba! (¡Padre!)

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Vosotros no habéis recibido un Espíritu que os haga esclavos y os lleve de nuevo al temor, sino que habéis recibido un Espíritu que os hace hijos adoptivos, en virtud del cual clamamos: '¡Abbá! ¡Padre!'

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Romanos 8:15
30 Referans Kwoze  

Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo”.


Decía: «Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Él les dijo: ―Cuando oren, digan: »“Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.


«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo. Pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya».


Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces dijo con fuerza: ―¿Por qué te metes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me castigues!


Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, pues tenían mucho miedo. Así que él subió a la barca para irse.


Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio.


Jesús le dijo: ―No me detengas, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.


El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas.


Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ―Amigos, ¿qué debemos hacer?


El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.


Y no solo ella, nosotros también sufrimos y nos quejamos. Esperamos nuestra total liberación de nuestro cuerpo, y que así nuestra adopción como hijos sea completa. Pero, mientras tanto, sufrimos. Y sufrimos aunque tenemos al Espíritu, que nos fue dado como adelanto de todo lo que vamos a recibir.


Así mismo, el Espíritu nos ayuda cuando somos débiles. Cuando no sabemos qué pedir, el Espíritu mismo le ruega a Dios por nosotros. Ruega con gemidos que no pueden expresarse con palabras.


Dios adoptó como hijos a los israelitas, y a ellos les mostró su gloria. Con ellos hizo pactos y les entregó la Ley. Les dio además promesas y el privilegio de adorarlo.


Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios. Por eso podemos entender lo que Dios ha hecho por nosotros al mostrarnos su amor inmerecido.


Sé que alguien les ha predicado a un Jesús diferente del que les hemos predicado nosotros. Sé que les han hablado de un espíritu y un mensaje de salvación diferente de lo que ya recibieron. Y ustedes han recibido a esas personas con gusto.


El problema era que algunos falsos hermanos en la fe se habían metido entre nosotros para ver todo lo que hacíamos. Querían quitarnos la libertad que Cristo Jesús nos dio para obligarnos a seguir de nuevo las reglas judías.


Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no vuelvan a ser esclavos de la Ley.


y desde un principio había decidido adoptarnos como hijos suyos por medio de Jesucristo. Lo quiso hacer para mostrarnos su gran bondad,


Pues Dios no nos ha dado su Espíritu para que vivamos con timidez, sino con poder, amor y dominio propio.


Así pudo librar a todos los que vivían como esclavos por miedo a la muerte.


¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan de miedo.


Porque el que ama nunca tiene miedo, pues el amor perfecto echa fuera el temor. El que tiene miedo es porque espera ser castigado y no conoce el amor perfecto.


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