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Romanos 7:23 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

23 Pero me doy cuenta de que en todo mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra lo que en mi mente yo sé que es correcto. Es como si esa ley me tuviera preso.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 pero advierto en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi espíritu, y paso a ser esclavo de esa ley del pecado que está en mis miembros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 pero veo otra ley en mis miembros, que combate contra la ley de mi mente, y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 pero percibo en mis miembros otra ley que está en guerra contra la ley de mi mente y que me esclaviza bajo la ley del pecado que habita en mis miembros.

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Romanos 7:23
16 Referans Kwoze  

No permitan que su cuerpo sea usado por el pecado para hacer lo malo. Al contrario, permitan que Dios use su cuerpo para hacer el bien, pues ustedes ahora son diferentes, es como si hubieran vuelto de la muerte a la vida.


Les digo todo esto con palabras sencillas que todos entienden, porque son cosas difíciles para ustedes. Antes usaban ustedes su cuerpo para servir a la maldad, y eso los hizo esclavos del mal. Úsenlo ahora para servir a lo que es justo, porque eso los hará vivir apartados del mal.


Sabemos, en efecto, que la Ley es espiritual, es decir, viene de Dios. Pero yo soy solamente un ser humano, y soy esclavo del pecado.


Así que descubro esta regla general: aun cuando quiero hacer el bien, termino haciendo el mal.


¡Gracias doy a Dios, porque él me ha liberado por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, yo sé que debo obedecer la Ley de Dios, pero soy un débil pecador que vive obedeciendo la ley del pecado.


Antes nos dominaba el deseo de hacer lo malo, y la Ley despertaba aún más esos malos deseos en nuestro cuerpo. Vivíamos para hacer el mal y eso solo producía muerte.


Pues, al estar unidos a él, el Espíritu nos da vida y nos libera del control del pecado y de la muerte.


Porque esos malos deseos van en contra del Espíritu, y el Espíritu va en contra de los malos deseos. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren.


Es cierto que ustedes tienen una lucha contra el pecado. Sin embargo, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta. Esa persona es capaz también de controlar todo su cuerpo.


¿De dónde surgen las peleas y discusiones entre ustedes? Pues surgen de los malos deseos que controlan su vida.


Queridos hermanos en la fe, en este mundo ustedes viven como extranjeros, pues solo están de paso. Por eso les ruego que abandonen todo deseo de pecar. Recuerden que el pecado es enemigo de su alma.


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