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Romanos 4:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

11 Es más, él fue circuncidado luego, como una señal de que había sido declarado justo por su fe. Por tanto, Abraham es considerado el padre de todos los que creen aunque no hayan sido circuncidados. Pues a estos se les toma en cuenta su fe y son declarados justos.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 La circuncisión era una señal de que Abraham ya tenía fe y de que Dios ya lo había aceptado y declarado justo aun antes de que fuera circuncidado. Por lo tanto, Abraham es el padre espiritual de los que tienen fe pero no han sido circuncidados. A ellos se les considera justos debido a su fe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Justamente recibió el rito de la circuncisión, cuando aún no estaba circuncidado, como un sello o como una señal de que por su fe Dios lo había puesto en un estado de justicia. De manera que Abrahán es el padre de todos los que creen sin haber sido circuncidados, y Dios se lo toma en cuenta para hacerlos justos y santos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y recibió la señal de la circuncisión° como evidencia de la justicia de la fe de cuando estaba° en la incircuncisión, para que él sea padre de todos los que creen sin estar circuncidados, a fin de que a ellos les sea adjudicada justicia;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Precisamente recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia por la fe que tenía ya antes de circuncidarse, para que así fuera padre de todos los creyentes, es decir, de los incircuncisos, a quienes se les tendría en cuenta su fe como justicia;

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Romanos 4:11
46 Referans Kwoze  

―Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.


Les digo que muchos vendrán del este y del oeste, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.


―Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham.


El que lo recibe deja en claro que Dios dice la verdad.


El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que no cree en el Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios».


―Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.


Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.


Les aseguro que el que cree tiene vida eterna.


―Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—. Nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices que seremos liberados?


Así dice la Escritura: «Todo el que confíe en él no será avergonzado».


Gracias a Cristo, la Ley ya no es el medio de salvación. Al contrario, todo el que cree en Cristo es declarado justo.


Pero la salvación que se obtiene por la fe en Cristo dice: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?” (es decir, para hacer bajar a Cristo).


Dios declara como justos a todos los que creen en Jesucristo. De hecho, Dios no hace diferencia,


Pero ahora, en este tiempo, Dios nos ofrece el perdón por medio de la fe en Jesucristo. De este modo Dios nos dice que él es justo y que declara justos a los que tienen fe en Jesús.


pues no hay más que un solo Dios. Él declara justos a todos los que creen en Jesús, ya sean judíos o no judíos.


¿Cuándo sucedió esto? ¿Fue antes o después de que Abraham fuera circuncidado? ¡Antes, y no después!


¿A qué conclusión llegamos? Pues que los no judíos, que no buscaban que Dios los aceptara, fueron aceptados porque tuvieron fe.


Como dicen las Escrituras: «Miren que pongo en Sion una piedra que hace tropezar y una roca que hace caer; pero el que confíe en ella no será avergonzado».


Ahora bien, no digamos que Dios no cumplió su promesa. Lo que sucede es que no todos los israelitas son en verdad el pueblo de Dios.


nos tomó como propiedad suya. Él puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas.


Pero la Escritura dice que todo el mundo es dominado por el pecado. Por eso, los que creen en Jesucristo recibirán lo prometido por Dios.


Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son entonces parte de la familia de Abraham y tienen derecho a recibir la promesa que Dios le hizo.


Por lo tanto, sepan que los verdaderos descendientes de Abraham son aquellos que tienen fe.


Pero nosotros sabemos que el Espíritu y la fe que tenemos en Cristo nos dan la seguridad de que Dios nos aceptará como justos.


Mi deseo es que Dios les dé paz y los trate con bondad. Pues todos los que viven de acuerdo a esta verdad son el Israel de Dios.


Ustedes oyeron el mensaje de la verdad, la buena noticia que les trajo la salvación. Cuando creyeron en ese mensaje, recibieron el Espíritu Santo prometido. Y, al recibirlo, fueron marcados como propiedad de Dios. Y esto se lo debemos a Cristo.


No hagan que el Espíritu Santo de Dios se ponga triste por su mala conducta. Pues el Espíritu es como un sello que ustedes llevan en su cuerpo. Con ese sello serán reconocidos como propiedad de Dios cuando llegue el día de su salvación final.


Quiero estar unido a él, pero eso no lo ganaré tratando de ser justo por mi obediencia a la Ley. Solo se gana al creer en Cristo, pues, por medio de él, Dios nos acepta como justos. Él nos acepta por medio de la fe.


Por la fe Noé recibió la advertencia de Dios sobre cosas que aún no se veían. Por eso, obedeció y construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe el resto del mundo fue castigado y él fue declarado justo, pues le creyó a Dios.


Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.


Se les ordenó que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna planta ni ningún árbol. Tan solo podían hacer daño a las personas que no llevaran en la frente el sello de Dios.


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