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Romanos 3:31 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

31 ¿Quiere esto decir que, si creemos en él, la Ley ya no sirve de nada? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos el valor de la Ley.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Entonces, si hacemos énfasis en la fe, ¿eso significa que podemos olvidarnos de la ley? ¡Por supuesto que no! De hecho, solo cuando tenemos fe cumplimos verdaderamente la ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 ¿Creen ustedes que con la fe suprimimos la Ley? De ninguna manera; más bien la colocamos en su verdadero lugar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? ¡De ninguna manera,° sino que confirmamos la ley!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Entonces, ¿anulamos la ley por la fe? ¡Ni pensarlo! Al contrario: concedemos a la ley su auténtico valor.

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Romanos 3:31
27 Referans Kwoze  

En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así, por causa de la tradición, ustedes dejan sin valor la palabra de Dios.


―Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —le contestó Jesús. Entonces Juan aceptó.


»No piensen que he venido a eliminar las enseñanzas de la Ley o los Profetas; no he venido a eliminarlas, sino a cumplirlas.


Por tanto, les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su conducta sea mejor que la de los fariseos y de los maestros de la Ley.


Volverá, acabará con esos labradores y dará el viñedo a otros». Al oír esto, la gente dijo: ―¡Dios no lo quiera!


Gracias a Cristo, la Ley ya no es el medio de salvación. Al contrario, todo el que cree en Cristo es declarado justo.


Te ves a ti mismo como maestro de los ignorantes y de los sencillos, pues tienes en la Ley la esencia misma del conocimiento y de la verdad.


¡De ninguna manera! Dios siempre dice la verdad aunque el hombre sea mentiroso. Así dicen las Escrituras: «Todos saben que siempre dices la verdad, por eso ganas en todo juicio».


¡De ninguna manera! Si así fuera, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo?


Si los que obedecen la Ley fueran los que reciben la promesa, entonces la fe no tendría ningún valor. ¡La promesa no serviría de nada!


Yo digo de todo corazón que la Ley de Dios me agrada.


¡Gracias doy a Dios, porque él me ha liberado por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, yo sé que debo obedecer la Ley de Dios, pero soy un débil pecador que vive obedeciendo la ley del pecado.


Él murió para que se hiciera justicia, y así cumplió por nosotros lo que demandaba la Ley. Ahora no vivimos controlados por el pecado, sino por el Espíritu.


Entre los que no tienen la Ley vivo como uno de ellos, para que ellos crean (aunque no estoy libre de la Ley de Dios, sino comprometido con lo que Cristo ordena).


Yo, por mi parte, creo que la Ley me condenó a morir, es decir, para la Ley estoy muerto, y ahora vivo para Dios.


No rechazo el amor inmerecido que Dios me tiene. Si Dios nos aceptara como justos por obedecer la Ley, entonces la muerte de Cristo no habría servido de nada».


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