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Romanos 3:27 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

27 ¿Dónde, pues, queda nuestro orgullo? No hay lugar para el orgullo. ¿Por qué? Porque no pudimos obedecer la Ley, y solo por la fe en Cristo somos perdonados.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 ¿Podemos, entonces, jactarnos de haber hecho algo para que Dios nos acepte? No, porque nuestra libertad de culpa y cargo no se basa en la obediencia a la ley. Está basada en la fe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Y ahora, ¿dónde están nuestros méritos? Fueron echados fuera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 ¿Dónde está pues la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿De las obras? No, sino por la ley de la fe.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 ¿Dónde está, pues, la jactancia? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿La de las obras? De ninguna manera; sino mediante la ley de la fe.

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Romanos 3:27
26 Referans Kwoze  

El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.


El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que no cree en el Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios».


Esto dice Moisés de los que quieren ser aceptados por Dios al obedecer la Ley: «Quien obedezca estas leyes se salvará por su obediencia».


Y, si es por amor, es decir, sin merecerlo, entonces ya no es por buena conducta. En tal caso esa bondad de Dios ya no sería bondad.


Ahora bien, me dirijo a ti, que dices ser judío. Tú dices que obedeces la Ley y estás orgulloso de tu relación con Dios.


Tú que te sientes orgulloso de la Ley, ¿avergüenzas a Dios desobedeciendo la Ley?


Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la Ley afecta a los que les fue entregada. Así nadie en el mundo dirá que es inocente, y todos serán declarados culpables delante de Dios.


Pero ahora, en este tiempo, Dios nos ofrece el perdón por medio de la fe en Jesucristo. De este modo Dios nos dice que él es justo y que declara justos a los que tienen fe en Jesús.


Si Abraham hubiera sido declarado justo por sus acciones, habría tenido de qué sentirse orgulloso, pero no delante de Dios.


Así que descubro esta regla general: aun cuando quiero hacer el bien, termino haciendo el mal.


Pero me doy cuenta de que en todo mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra lo que en mi mente yo sé que es correcto. Es como si esa ley me tuviera preso.


¡Gracias doy a Dios, porque él me ha liberado por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, yo sé que debo obedecer la Ley de Dios, pero soy un débil pecador que vive obedeciendo la ley del pecado.


Pues, al estar unidos a él, el Espíritu nos da vida y nos libera del control del pecado y de la muerte.


Sin embargo, Dios eligió solo a uno de los mellizos. Y lo eligió antes de que naciera, antes de que los mellizos hicieran algo bueno o malo. De esta manera Dios confirmó que él elige a quien él quiere, de acuerdo a su propósito.


En cambio Israel, que se esforzaba en cumplir una Ley para ser aceptado, no fue aceptado por eso.


¿Por qué no? Porque no buscaron que Dios los aceptara por medio de la fe. Ellos quisieron lograrlo por medio de sus buenas acciones, como si fuera posible hacerlo. No creyeron en Cristo, y así él fue como una piedra en la que tropezaron.


¿Quién te hace más importante que los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y, si lo recibiste, ¿por qué te sientes orgulloso, como si no te lo hubieran dado?


Sin embargo, reconocemos que nadie es aceptado como justo delante de Dios por hacer las cosas que demanda la Ley. Somos aceptados como justos por creer en Jesucristo. Nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús. Así que somos aceptados como justos por la fe en él y no por hacer las cosas que demanda la Ley. Porque nadie será aceptado por Dios como justo por hacer esas cosas.


Pero la Escritura dice que todo el mundo es dominado por el pecado. Por eso, los que creen en Jesucristo recibirán lo prometido por Dios.


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