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Romanos 15:18 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

18 Por eso no me atrevo a hablar de otra cosa que no sea lo que Cristo ha hecho por medio de mí. Hablaré de lo que él hizo para que los no judíos lleguen a obedecer a Dios. Lo he hecho por medio de mis palabras y de las cosas que hago.

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Biblia Reina Valera 1960

18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Sin embargo, no me atrevo a jactarme de nada, salvo de lo que Cristo ha hecho por medio de mí al llevar a los gentiles a Dios a través de mi mensaje y de la manera en que he trabajado entre ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Pero no me atrevería a hablar de otra cosa fuera de lo que Cristo ha hecho valiéndose de mí para que los paganos reciban la fe: mis palabras y mis obras,

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Pero no osaré hablar sino lo que el Mesías ha obrado por medio de mí para traer a obediencia a los gentiles, por palabra y por obra,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Pues no me atrevería a hablar de nada, fuera de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de mí, de palabra y de hecho,

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Romanos 15:18
28 Referans Kwoze  

El que había recibido las cinco mil fue en seguida y negoció con ellas y ganó otras cinco mil.


Los discípulos salieron y predicaron por todas partes. El Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.


Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Les contaron cómo Dios había abierto la puerta de la fe a los no judíos.


Todos los reunidos guardaron silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo. Los escucharon contar los milagros y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos.


Al llegar a Jerusalén, fueron muy bien recibidos por la iglesia, los apóstoles y los líderes. Luego Pablo y Bernabé les informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.


Después de saludarlos, Pablo les contó detalladamente lo que Dios había hecho entre los no judíos por medio de su ministerio.


Al contrario, comencé a predicar en muchos lugares. Primero, en Damasco, luego en Jerusalén y en toda Judea. Después, les prediqué a los no judíos y les pedí que se arrepintieran y obedecieran a Dios. Les dije además que hicieran lo bueno, para que demostraran su arrepentimiento.


Por medio de él, y en honor a su nombre, fuimos llamados a ser apóstoles, para convencer a todas las naciones de creer en él y obedecerle.


Pero, gracias a Dios, aunque antes eran esclavos del pecado, ahora viven obedeciendo de corazón la enseñanza que les fue dada.


El Dios y Padre del Señor Jesús, quien merece ser siempre alabado, sabe que no miento.


Sin embargo, no sería una locura si decidiera sentirme orgulloso, porque estaría diciendo la verdad. Pero no lo hago, para que nadie suponga que soy más de lo que aparento o de lo que digo.


No es que nos consideremos capaces de hacerlo por nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios.


Nosotros, ayudantes de Dios, les rogamos que sepan apreciar su inmerecido amor.


El mismo Dios que capacitó a Pedro como apóstol de los judíos me capacitó también a mí como apóstol de los no judíos.


Y todo lo que hagan o digan, háganlo sabiendo que representan al Señor Jesús, y den gracias a Dios el Padre por medio de él.


que los animen y les den fuerzas, para que, tanto al hablar como al hacer, hagan lo correcto.


Por la fe Abraham obedeció a Dios cuando lo llamó. Por eso, salió para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia. Y salió sin saber a dónde iba.


Así fue como Dios lo hizo perfecto, para que llegara a ser autor de salvación eterna para todos los que lo obedecen.


No se contenten solo con escuchar el mensaje, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenlo a la práctica.


Queridos hijos en la fe, si decimos que amamos, hagámoslo con sinceridad. ¡Demostremos con hechos que nuestro amor es verdadero!


Ni siquiera el arcángel Miguel se atrevió a pronunciar contra el diablo una maldición. Pues, cuando Miguel peleaba con el diablo por el cuerpo de Moisés, solo se atrevió a decirle: «¡Que el Señor te reprenda!».


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