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Lucas 8:47 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

47 La mujer, al ver que no podía esconderse, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.

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Biblia Reina Valera 1960

47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

47 Cuando la mujer se dio cuenta de que no podía permanecer oculta, comenzó a temblar y cayó de rodillas frente a Jesús. A oídos de toda la multitud, ella le explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

47 La mujer, al verse descubierta, se presentó temblando y se echó a los pies de Jesús. Después contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo había quedado instantáneamente sana.

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La Biblia Textual 3a Edicion

47 Entonces, viendo que no había pasado° inadvertida, la mujer fue temblando, y después de postrarse ante Él, confesó delante de todo el pueblo por qué se había asido de Él, y cómo había sido sanada al instante.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

47 Cuando la mujer vio que había sido descubierta, se acercó toda temblorosa y, echándose a sus pies, refirió delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado y cómo había quedado curada repentinamente.

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Lucas 8:47
18 Referans Kwoze  

Así que las mujeres se alejaron a toda prisa de la tumba, asustadas pero muy alegres, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.


La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo. Se arrojó a los pies de Jesús y le confesó toda la verdad.


―No, alguien me ha tocado —respondió Jesús—. Yo sé que de mí ha salido poder.


―¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz.


El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas.


Es más, cuando me presenté ante ustedes, me sentía sin importancia y temblaba de miedo.


Ahora Tito les tiene aún más cariño, pues recuerda que todos ustedes fueron obedientes y lo recibieron con muchísimo respeto.


Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.


Así que seamos agradecidos, pues estamos recibiendo un reino que no se puede mover. Que esa gratitud nos haga adorar a Dios con humildad y obediencia, como a él le agrada,


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