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2 Corintios 10:1 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

1 Yo, Pablo, por la ternura y la bondad de Cristo, les hago un ruego. Algunos dicen que soy tímido cuando me encuentro cara a cara con ustedes, pero muy valiente cuando estoy lejos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente soy osado para con vosotros;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Ahora yo, Pablo, les ruego con la ternura y bondad de Cristo, aunque me doy cuenta de que piensan que soy tímido en persona y valiente solo cuando escribo desde lejos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Soy yo, Pablo en persona, quien les suplica por la mansedumbre y bondad de Cristo; ¡ese Pablo tan humilde entre ustedes y tan intrépido cuando está lejos!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Ahora yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y ternura del Mesías; yo, que en persona soy manso y apacible entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Yo mismo, Pablo, os voy a hacer un ruego en nombre de la humildad y la condescendencia de Cristo; yo, tan tímido cuando estoy presente y tan atrevido cuando estoy ausente.

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2 Corintios 10:1
38 Referans Kwoze  

Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de corazón. Así encontrarán descanso para su alma,


«Digan a la hija de Sion: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga”».


El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: «Como oveja, fue llevado al matadero. Como cordero que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca.


Luego Isaías se atreve a decir: «Dejé que me hallaran los que no me buscaban. Me di a conocer a los que no preguntaban por mí».


Por lo tanto, hermanos en la fe, les ruego que tomen en cuenta la gran bondad de Dios. Así que, ofrezcan todo su ser como un sacrificio vivo y agradable a Dios. Esa es la verdadera adoración que él merece.


Sin embargo, les he escrito con mucha franqueza sobre algunos asuntos, como para refrescarles la memoria. Aunque no lo merezco, Dios me envió a ustedes, y por eso me atrevo a decirles todo esto.


Es más, cuando me presenté ante ustedes, me sentía sin importancia y temblaba de miedo.


Por seguir a Cristo, nos consideran unos tontos. A ustedes, en cambio, por seguir a Cristo, los consideran sabios. Los débiles somos nosotros; los fuertes son ustedes. A ustedes se les estima; a nosotros se nos desprecia.


¿Qué prefieren? ¿Que vaya a verlos con un látigo, o con amor y amabilidad?


Hay algunos que dicen: «Sus cartas son duras y fuertes, pero él en persona no impresiona a nadie, y como predicador es un fracaso».


Pues este es mi ruego: que, cuando vaya a verlos, no tenga que ser tan valiente como he decidido. Sin duda, seré muy duro con aquellos que nos acusan de vivir siguiendo las reglas de este mundo.


Ustedes se dejan guiar por lo que ven. Si alguno está convencido de ser de Cristo, piénselo bien, pues nosotros también somos de Cristo.


¡Confieso con vergüenza que hemos sido demasiado suaves con ustedes! Si alguien se atreve a sentirse orgulloso, también yo me atrevo a hacerlo, aunque sea una locura decirlo.


Si me veo obligado a sentirme orgulloso, estaré orgulloso de mi debilidad.


Yo podría hablar muy bien de ese hombre, pero no de mí mismo. Solo puedo hablar de mis debilidades.


Así que, como estamos seguros de todo esto, actuamos con plena confianza.


Así que somos representantes de Cristo. Como si Dios les llamara la atención a ustedes por medio de nosotros. Por eso les rogamos, en nombre de Cristo, que se reconcilien con Dios.


Nosotros, ayudantes de Dios, les rogamos que sepan apreciar su inmerecido amor.


Les tengo mucha confianza y me siento muy orgulloso de ustedes. Estoy muy contento; aun en medio de todas nuestras dificultades mi alegría es abundante.


Como bien saben, la primera vez que les prediqué la buena noticia fue debido a una enfermedad.


Escuchen con atención. Yo, Pablo, les digo esto: Si ustedes se circuncidan, lo que Cristo hizo no les servirá de nada.


Yo, Pablo, estoy preso por anunciar el mensaje de Cristo Jesús, y lo he hecho por el bien de ustedes los no judíos.


Por eso yo, que estoy preso por servir al Señor, les ruego que se porten bien, como gente que Dios ha llamado a ser parte de su pueblo.


Que todos puedan ver la amabilidad de ustedes. El regreso del Señor está cerca.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


Yo, Pablo, escribo este saludo de mi puño y letra. Esta es la manera en que firmo todas mis cartas. Así es como escribo yo.


Yo, Pablo, lo escribo de mi puño y letra: te lo pagaré; aunque tú mismo me debes lo que eres.


prefiero rogártelo en nombre del amor. Ya soy anciano y, además, estoy preso por anunciar el mensaje de Cristo Jesús.


Queridos hermanos en la fe, en este mundo ustedes viven como extranjeros, pues solo están de paso. Por eso les ruego que abandonen todo deseo de pecar. Recuerden que el pecado es enemigo de su alma.


Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.


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