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Zacarías 12:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 »En aquel día espantaré a todos los caballos y enloqueceré a sus jinetes», afirma el Señor. «Me mantendré vigilante sobre Judá, pero dejaré ciegos a los caballos de todas las naciones.

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Biblia Reina Valera 1960

4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 »En aquel día —dice el Señor— haré que todos los caballos se espanten y que todos los jinetes pierdan el valor. Vigilaré a la gente de Judá, pero cegaré los caballos de sus enemigos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Ese día, dice Yavé, sembraré la confusión entre los caballos y volveré locos a sus jinetes. Dejaré ciegos a todos los pueblos y cuidaré de la casa de Judá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Aquel día, dice YHVH, heriré a todo caballo con pánico y a todo jinete con locura. Pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, mientras hiero con ceguera a todo caballo de los gentiles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 'Aquel día -oráculo de Yahveh- heriré de terror a todos los caballos, y de locura a sus jinetes. Sobre la casa de Judá tendré mis ojos abiertos. Pero heriré de ceguera los caballos de los pueblos.

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Zacarías 12:4
24 Referans Kwoze  

¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste poner tu Nombre, para que oigas la oración que tu siervo eleva hacia ese lugar!


el rey envió allá un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad.


Como ya los arameos se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: «Señor, castiga a esta gente con ceguera». Y él hizo lo que pidió Eliseo.


¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste poner tu Nombre, para que oigas la oración que tu siervo eleva hacia ese lugar!


»Ahora, Dios mío, te ruego que tus ojos se mantengan abiertos y atentos tus oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.


Mantendré abiertos mis ojos y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.


te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti.


En aquel día el Señor castigará a los ejércitos celestiales en el cielo y a los reyes terrenales en la tierra.


Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.


Los miraré favorablemente y los haré volver a esta tierra. Los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré.


Te haré venir, te pondré garfios en las mandíbulas y te sacaré con todo tu ejército, caballos y jinetes. Todos ellos están bien armados; son una multitud enorme, con escudos y broqueles; todos ellos empuñan la espada.


En mi mesa se hartarán de caballos y de jinetes, de guerreros valientes y de toda clase de soldados. Yo, el Señor y Dios, lo afirmo.


Préstanos oído, Dios nuestro; abre los ojos y mira nuestra ruina y la ciudad sobre la cual se invoca tu Nombre. Al hacerte estas peticiones, no apelamos a nuestra rectitud, sino a tu gran misericordia.


Juntos serán como guerreros que combaten sobre el lodo de las calles, que luchan contra jinetes y los derriban porque el Señor está con ellos.


»En aquel día habrá una gran lamentación en Jerusalén, como la de Hadad Rimón en la llanura de Meguido.


y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. »En aquel día convertiré a Jerusalén en una roca inconmovible para todos los pueblos. Los que intenten moverla quedarán despedazados.


Entonces los jefes de Judá pensarán: “La fortaleza de los habitantes de Jerusalén es su Dios, el Señor de los Ejércitos”.


»En aquel día convertiré a los jefes de Judá en un brasero ardiente dentro de un bosque, en una antorcha encendida entre las gavillas. A diestra y a siniestra devorarán a todos los pueblos vecinos, pero Jerusalén será habitada en el lugar de siempre.


Una plaga semejante herirá también a caballos y mulos, camellos y asnos, y a todo animal que esté en aquellos campamentos.


Montaré guardia junto a mi Templo para que nadie entre ni salga. ¡Nunca más un opresor invadirá a mi pueblo, porque ahora me mantengo vigilante!


Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan.


El Señor te hará sufrir de locura, ceguera y delirio.


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