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Santiago 1:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

19 Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Hermanos muy queridos, sean prontos para escuchar, pero lentos para hablar y enojarse,

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Sabed,° mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Aprended esto, hermanos míos queridos: que todo hombre sea pronto para escuchar, tardo para hablar, tardo para la ira.

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Santiago 1:19
54 Referans Kwoze  

Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la Ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días y en el día octavo hubo una asamblea, según lo ordenado.


Se negaron a escucharte; no se acordaron de las maravillas que hiciste por ellos. Fue tanta su terquedad y rebeldía que hasta se nombraron un jefe para que los hiciera volver a la esclavitud. Pero tú eres Dios perdonador, misericordioso y compasivo, lento para la ira y grande en amor. Por eso no los abandonaste,


Permanecieron en su lugar y durante tres horas leyeron el libro de la Ley del Señor su Dios; en las tres horas siguientes confesaron sus pecados y lo adoraron.


¿Y voy a seguir esperando ante su silencio, ante su falta de respuesta?


El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.


El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.


El iracundo actúa neciamente y el malvado es odiado.


El que es paciente muestra gran inteligencia; el que es agresivo muestra mucha insensatez.


El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua.


La lengua de los sabios adorna el conocimiento; la boca de los necios escupe necedades.


Más vale ser paciente que valiente; más vale el dominio propio que conquistar ciudades.


Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla.


El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos.


Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar.


En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto.


El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa.


El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo.


El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias.


Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse.


¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así!


Cuando la burra vio al ángel del Señor, se echó al suelo con Balán encima. Entonces se encendió la ira de Balán y golpeó a la burra con un palo.


Pero yo digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que le diga: “Insensato”, quedará sujeto al fuego del infierno.


Si David mismo lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su descendiente? La muchedumbre lo escuchaba con agrado.


Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta, mientras él les predicaba.


Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo,


Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés.


Por aquellos días Pedro se puso de pie en medio de los creyentes, que eran un grupo como de ciento veinte personas, y dijo:


Así que inmediatamente mandé a llamarte y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios, para escuchar todo lo que el Señor te ha encomendado que nos digas.


Al oír esto, los que no eran judíos se alegraron y celebraron la palabra del Señor; y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna.


Estos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que estuvieron muy dispuestos a recibir el mensaje y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba.


Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.


«Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol


Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias y toda forma de malicia.


Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.


Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno.


Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes la palabra de Dios que predicamos, la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes.


Mis queridos hermanos, no se engañen.


Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas,


Si alguien se cree religioso, pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve para nada.


Hermanos míos, la fe que tienen en nuestro glorioso Señor Jesucristo no debe dar lugar a favoritismos.


Escuchen, mis queridos hermanos: ¿No ha escogido Dios a los que son pobres, según el mundo, para que sean ricos en la fe y hereden el reino que prometió a quienes lo aman?


De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.


Hermanos, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano o lo juzga, habla mal de la Ley y la juzga. Y si juzgas la Ley, ya no eres cumplidor de la Ley, sino su juez.


Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados.


Hermanos míos, si alguno de ustedes se extravía de la verdad y otro lo hace volver a ella,


No les escribo porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.


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