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Salmos 63:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, sedienta y sin agua.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi carne languidece cual tierra seca, sedienta, sin agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. ¡Oh ’Elohim, Tú eres mi Dios! Te buscaré ansiosamente; Mi alma tiene sed de ti, Mi carne desfallece por ti, En tierra seca y yerma, donde no hay agua.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Salmo. De David. Estando en el desierto de Judá.

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Salmos 63:1
37 Referans Kwoze  

Yo me quedaré en las llanuras del desierto hasta que ustedes me informen de la situación.


Él es el Señor nuestro Dios; en toda la tierra están sus leyes.


Pero si tú buscas a Dios, si diriges tu súplica al Todopoderoso,


Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto.


Mi vida desfallece esperando tu salvación, pero he puesto mi esperanza en tu palabra.


Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno firme.


Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah


Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: «Tú eres mi Dios».


¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!


Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta.


Si Dios los hería de muerte, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él.


Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios vivo.


Yo digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío».


El Señor es mi fuerza y mi canción; ¡él es mi salvación! Él es mi Dios y lo alabaré; es el Dios de mi padre y lo enalteceré.


Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. —¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Solo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?


A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer.


Yo les ruego, doncellas de Jerusalén, que si encuentran a mi amado, ¿qué le dirán? ¡Díganle que estoy enferma de amor!


Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto.


La arena ardiente se convertirá en estanque, la tierra sedienta en manantiales burbujeantes. Las guaridas donde se tendían los chacales serán morada de juncos y papiros.


Haré brotar ríos en las cumbres áridas y manantiales entre los valles. Transformaré el desierto en estanques de agua y el sequedal en manantiales.


«En aquel tiempo —afirma el Señor—, seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo».


«Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor. «Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Volveré luego a mi morada hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con sinceridad».


Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego; la refinaré como se refina la plata, la probaré como se prueba el oro. Entonces ellos me invocarán y yo responderé. Yo diré: “Ellos son mi pueblo”. Ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.


»Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos buscando descanso sin encontrarlo.


Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas.


Jesús le dijo: —No me detengas, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”.


En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba!


Pero el profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Es mejor que regreses a la tierra de Judá». Entonces David se fue de allí y se metió en el bosque de Jaret.


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