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Salmos 57:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 Ten piedad de mí, oh Dios; ten piedad de mí, pues en ti me refugio. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Piedad de mí, oh Dios, piedad de mí, pues en ti se refugia el alma mía; a la sombra de tus alas me cobijo hasta que haya pasado la tormenta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Al director del coro. Sobre Al Tashjet.° Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl. Ten misericordia de mí, oh’ Elohim, Ten misericordia de mí, Porque en ti ha confiado mi alma, y a la sombra de tus alas me refugio hasta que pase la calamidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Del director. 'No destruyas'. De David. Miktam. En la cueva, huyendo de Saúl.

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Salmos 57:1
34 Referans Kwoze  

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: jamás caerá y permanece para siempre.


Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación.


A voz en cuello, al Señor pido ayuda; a voz en cuello, al Señor pido compasión.


Besen al hijo, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan refugio!


¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas.


Ten piedad de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores,


¿Acaso ustedes, gobernantes, proclaman la justicia y juzgan con rectitud a los seres humanos?


Líbrame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que me atacan.


Anhelo habitar en tu santuario para siempre y refugiarme debajo de tus alas. Selah


A la sombra de tus alas canto de alegría, porque tú eres mi ayuda.


Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu Nombre; ¡todos hablan de tus obras portentosas!


En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.


El que habita al abrigo del Altísimo descansará a la sombra del Todopoderoso.


pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. Su verdad será tu escudo y tu baluarte.


Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección,


Dentro de muy poco tiempo mi indignación contra ti llegará a su fin y mi ira destruirá a tus enemigos».


¡Anda, pueblo mío, entra en tus habitaciones y cierra tus puertas tras de ti; escóndete por un momento, hasta que pase la ira!


¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.


Si no se acortaran esos días, nadie sobreviviría, pero por causa de los elegidos se acortarán.


»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!


Les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría.


Oré al Señor y le dije: «Señor y Dios, ¡no destruyas tu propia heredad, el pueblo que por tu grandeza redimiste y sacaste de Egipto con gran despliegue de fuerza!


Él enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte ni llanto, tampoco lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir».


—Eso tú lo sabes, mi señor —respondí. Él me dijo: —Aquellos son los que están saliendo de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.


¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces.


David se fue de Gat y huyó a la cueva de Adulán. Cuando sus hermanos y el resto de la familia se enteraron, fueron a verlo allí.


Por el camino, llegó a un corral de ovejas; y como había una cueva en el lugar, entró allí para hacer sus necesidades. David estaba escondido en el fondo de la cueva con sus hombres


y estos dijeron: —En verdad, hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor cuando te dijo: “Yo pondré a tu enemigo en tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca”. David se levantó sin hacer ruido y cortó el borde del manto de Saúl.


David salió de la cueva y gritó: —¡Majestad, señor mío! Saúl miró hacia atrás y David, postrándose rostro en tierra, se inclinó


—¡No lo mates! —exclamó David—. ¿Quién puede impunemente alzar la mano contra el ungido del Señor?


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