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Salmos 42:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Dios mío, me siento muy abatido; por eso pienso en ti desde la tierra del Jordán, desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 mi Dios! Ahora estoy profundamente desalentado, pero me acordaré de ti, aun desde el lejano monte Hermón, donde nace el Jordán, desde la tierra del monte Mizar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Mi alma está deprimida, por eso te recuerdo desde el Jordán y el Hermón a ti, humilde colina.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Mi alma está abatida dentro de mí, Por tanto, me acordaré de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, del monte Mitsar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 ¿Por qué estás abatida, oh alma mía, y murmuras en mí? Confía en el Señor: podré aún alabarlo, a él, alegría de mi rostro,

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Salmos 42:6
14 Referans Kwoze  

Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron.


Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí, hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir, hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay, el galaadita, habitante de Roguelín.


Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Ciertamente allí el Señor envía su bendición, vida para siempre.


Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos para salvarme, tan lejos de mis gritos de angustia?


Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa.


¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!


Desde los confines de la tierra te invoco, pues mi corazón desfallece; llévame a una roca que es más alta que yo.


»Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.


Yendo un poco más allá, se postró rostro en tierra y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.


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