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Salmos 34:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que se refugian en él.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Prueben y vean que el Señor es bueno; ¡qué alegría para los que se refugian en él!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Gusten y vean cuán bueno es el Señor ¡dichoso aquel que busca en él asilo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 f Gustad y ved que YHVH es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el varón que se refugia en Él!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Jet. El ángel del Señor acampa en torno de los que le temen, y los salva.

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Salmos 34:8
17 Referans Kwoze  

el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que por medio de ellos sea recordado mi nombre y el de mis padres, Abraham e Isaac. Que crezcan y se multipliquen sobre la tierra».


¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!


Besen al hijo, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan refugio!


Extiende tu amor a los que te conocen y tu justicia a los de corazón sincero.


¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas.


¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es constante!


Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.


Señor de los Ejércitos, ¡dichosos los que en ti confían!


Cual manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los jóvenes. Me encanta sentarme a su sombra; dulce a mi paladar es su fruto.


He entrado ya en mi jardín, hermana y novia mía, y en él recojo mirra y bálsamo; allí me sacio del panal y de su miel; allí bebo mi vino y mi leche. ¡Coman y beban, amigos, y embriáguense de amor!


Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el Señor.


Entonces exclamó Nabucodonosor: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió a su ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y, desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar o adorar a otro dios que no fuera el suyo.


¡Qué bueno y hermoso será todo ello! El trigo hará florecer a los jóvenes y el vino nuevo, a las muchachas.


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