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Salmos 31:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 No me entregaste en mano del enemigo; Pusiste mis pies en lugar espacioso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 No me entregaste a mis enemigos, sino que me pusiste en un lugar seguro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 no me dejaste en manos del enemigo, me has hecho caminar a campo abierto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 No me entregaste en mano del enemigo, Sino que pusiste mis pies en lugar espacioso.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Yo me gozo y me alegro en tus mercedes, pues tú adviertes mis pesares y conoces las penas de mi alma.

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Salmos 31:8
13 Referans Kwoze  

Dios me ha entregado en manos de gente injusta; me ha arrojado en las garras de los malvados.


»Dios te atrae para sacarte de las fauces de la angustia, te lleva a un lugar amplio y espacioso, y llena tu mesa con la mejor comida.


Pero tú ves la maldad y la aflicción, las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas. Las víctimas se encomiendan a ti; tú eres la ayuda de los huérfanos.


Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.


Responde a mi clamor, Dios de mi justicia. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.


Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy aprisionado y no puedo librarme;


Fue así como Dios se fijó en los israelitas y los tomó en cuenta.


Entregaré a los egipcios en manos de un amo cruel; un rey de mano dura los gobernará», afirma el Señor, el Señor de los Ejércitos.


Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestro ruego y vio nuestra miseria, nuestro trabajo y nuestra opresión.


¿Cómo podría un hombre perseguir a mil si su Roca no los hubiera vendido? ¿Cómo podrían dos hacer huir a diez mil si el Señor no los hubiera entregado?


Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel.


Hoy me has hecho reconocer lo bien que me has tratado, pues el Señor me entregó en tus manos y no me mataste.


—Hoy ha puesto Dios en tus manos a tu enemigo —dijo Abisay a David—. Déjame matarlo. De un solo golpe de lanza lo dejaré clavado en el suelo. ¡Y no tendré que rematarlo!


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