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Salmos 31:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, Señor, Dios de la verdad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Encomiendo mi espíritu en tu mano; rescátame, Señor, porque tú eres un Dios fiel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 En tus manos encomiendo mi espíritu, y tú, Señor, Dios fiel, me librarás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 En tus manos encomiendo mi espíritu,° Tú, oh YHVH, Dios de verdad, me has redimido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 hazme salir de esta red que ellos me tienden, pues tú eres mi refugio.

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Salmos 31:5
15 Referans Kwoze  

el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que por medio de ellos sea recordado mi nombre y el de mis padres, Abraham e Isaac. Que crezcan y se multipliquen sobre la tierra».


Él mismo redimirá a Israel de todos sus pecados.


Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida.


¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar? ¿Me falta acaso fuerza para liberarlos? Yo seco el mar con una simple reprensión y convierto los ríos en desierto; por falta de agua sus peces se pudren y se mueren de sed.


no perderá su derecho a ser rescatado después de haberse vendido. Podrá rescatarlo cualquiera de sus parientes:


Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.


Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. —Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.


Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo.


Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado.


si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.


Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes del comienzo del tiempo.


Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.


Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades que nunca cambian y en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros.


Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.


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