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Salmos 27:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 Una sola cosa pido al Señor y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y buscar orientación en su Templo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Una cosa al Señor sólo le pido, la cosa que yo busco es habitar en la casa del Señor mientras dure mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y cuidar de su santuario.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Una cosa he demandado a YHVH, ésta buscaré: Que esté yo en la Casa de YHVH todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de YHVH, e inquirir en su templo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Una cosa yo pido del Señor, una cosa suplico: habitar en la casa del Señor, todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor al visitar su templo.

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Salmos 27:4
30 Referans Kwoze  

Durante el reinado de David hubo tres años consecutivos de hambre. David pidió ayuda al Señor, y él le contestó: «Esto sucede porque Saúl y su sanguinaria familia asesinaron a los gabaonitas».


Seguro estoy de que la bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.


Con manos limpias e inocentes camino, Señor, en torno a tu altar,


Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.


El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, Señor, tu rostro busco.


Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta.


¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo Templo.


Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los malvados.


Dichosos los que habitan en tu Templo y sin cesar te alaban. Selah


Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.


Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.


Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas.


¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, victorioso y humilde. Viene montado en un burro, en un burrito, cría de asna.


Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas.


pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor y nadie se la quitará.


—Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.


Jesús contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.


y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del Templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones.


Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.


Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!», hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.


Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante,


La viuda desamparada, como ha quedado sola, pone su esperanza en Dios y persevera noche y día en sus oraciones y súplicas.


En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.


Entonces hizo esta promesa: «Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida y nunca se le cortará el cabello».


Ajimélec consultó al Señor por David y le dio provisiones, y hasta le entregó la espada de Goliat el filisteo.


David consultó al Señor: —¿Debo perseguir a esa banda de saqueadores? ¿Los voy a alcanzar? —Persíguelos —respondió el Señor—. Vas a alcanzarlos y rescatarás a los cautivos.


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