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Salmos 26:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Jehová, la habitación de tu casa he amado, Y el lugar de la morada de tu gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Amo tu santuario, Señor, el lugar donde habita tu gloriosa presencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Señor, cuánto amo la casa en que moras, y el lugar donde reside tu gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Oh YHVH, yo amo la Casa donde habitas, Y el lugar donde reside tu gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Amo, Señor, la casa donde habitas, el lugar de la morada de tu gloria.

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Salmos 26:8
22 Referans Kwoze  

Luego dijo el rey al sacerdote Sadoc: —Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del Señor, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside.


Además, aparte de lo que ya he conseguido, por amor al templo de mi Dios entrego para su templo todo el oro y la plata que poseo:


Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el Templo.


Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el Templo.


Tan lleno de su gloria estaba el Templo del Señor que los sacerdotes no podían entrar en él.


Por la casa del Señor nuestro Dios procuraré tu bienestar.


Recuerdo esto y me deshago en llanto: yo solía ir con la multitud y la conducía a la casa de Dios. Entre voces de alegría y acciones de gracias hacíamos gran celebración.


Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los malvados.


»El Señor me salvará, y en el Templo del Señor todos los días de nuestra vida cantaremos con instrumentos de cuerda».


Y Ezequías había preguntado: «¿Qué señal recibiré de que se me permitirá subir al Templo del Señor?».


Entonces me levantó el Espíritu y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: «¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!».


Al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Él respondió: —¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar ocupado en los asuntos de mi Padre?


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