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Salmos 130:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra he esperado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Yo cuento con el Señor; sí, cuento con él. En su palabra he puesto mi esperanza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Espero, Señor, mi alma espera, confío en tu palabra;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Espero en YHVH, mi alma espera, En su palabra espero.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Yo espero en el Señor, mi alma espera, yo confío en su palabra.

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Salmos 130:5
17 Referans Kwoze  

»¡Señor, espero tu salvación!


Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza.


Así podré responder al que me desprecie, porque yo confío en tu palabra.


Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza.


Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra.


Mi vida desfallece esperando tu salvación, pero he puesto mi esperanza en tu palabra.


Pon tu esperanza en el Señor; cobra ánimo y ármate de valor, ¡pon tu esperanza en el Señor!


Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo.


Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.


Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.


Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.


Sí, en ti esperamos, Señor, y en la senda de tus juicios; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida.


Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!


El Señor ha escondido su rostro del pueblo de Jacob, pero yo esperaré en él, pues en él tengo puesta mi esperanza.


Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la consolación de Israel. El Espíritu Santo estaba con él


Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.


Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades que nunca cambian y en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros.


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