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Romanos 9:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 el pueblo de Israel. De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la Ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas.

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Biblia Reina Valera 1960

4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Ellos son los israelitas, a quienes Dios adoptó; entre ellos descansa su gloria con las alianzas, el don de la Ley, el culto y las promesas de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 quienes son israelitas, de los cuales son la adopción y la gloria, los pactos° y la promulgación de la ley,° las ordenanzas° y las promesas;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Ellos son israelitas; a ellos pertenecen la adopción filial y la gloria y las alianzas y la legislación y el culto y las promesas;

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Romanos 9:4
61 Referans Kwoze  

En aquel día el Señor hizo un pacto con Abram. Le dijo: —A tus descendientes daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.


Y este es el pacto que establezco contigo y con tu descendencia, el cual todos deberán cumplir: Todos los varones entre ustedes deberán ser circuncidados.


Así confirmaré mi pacto contigo y multiplicaré tu descendencia en gran manera.


Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto eterno, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes.


Entonces le dijo: —Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.


Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el Templo.


«¡Recuerda esto, Dios mío, en perjuicio de los que profanaron el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y de los levitas!».


A Jacob le ha revelado su palabra; sus estatutos y leyes a Israel.


Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria.


En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los de corazón puro!


y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas.


Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo:


No violaré mi pacto ni cambiaré mis promesas.


¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos y tu esplendor a sus descendientes!


Cuando entren en la tierra que el Señor ha prometido darles, ustedes seguirán celebrando esta ceremonia.


El Señor dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel.


Entonces tú le dirás al faraón que esto dice el Señor: “Israel es mi primogénito.


En ese instante, la nube cubrió la Tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el santuario.


«Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo:


«Escúchenme, descendientes de Jacob, todo el resto del pueblo de Israel, a quienes he cargado desde el vientre y he llevado desde la cuna.


La cavó, la limpió de piedras y la plantó con las mejores cepas. Edificó una torre en medio de ella y además preparó un lagar. Él esperaba que diera buenas uvas, pero acabó dando uvas agrias.


Ya no será el sol tu luz durante el día ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria.


¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es el niño en quien me deleito? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión», afirma el Señor.


«Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor. «Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Entre llantos vendrán y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín.


El resplandor era semejante al del arcoíris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del Señor. Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que la voz de alguien que hablaba.


«Desde que Israel era niño, yo lo amé. De Egipto llamé a mi hijo,


Cuando Moisés entró en la Tienda de reunión para hablar con el Señor, escuchó su voz de entre los dos querubines, desde la cubierta de la tapa que estaba sobre el arca con las tablas del pacto. Así hablaba el Señor con Moisés.


»Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje.


pues la Ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.


Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita en quien no hay falsedad.


En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos; es decir, para todos aquellos a quienes el Señor, nuestro Dios, llame.


Mucho, desde cualquier punto de vista. En primer lugar, a los judíos se les confiaron las palabras mismas de Dios.


Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!».


Ahora bien, no digamos que la palabra de Dios ha fracasado. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son Israel.


¿Son ellos hebreos? Pues yo también. ¿Son israelitas? También yo lo soy. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también.


Ahora bien, las promesas se hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo, que es Cristo.


recuerden que en ese entonces ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.


Eres hijo del Señor tu Dios. No te hagas cortes en la piel ni te rapes la cabeza en honor de un muerto,


Estos son los términos del pacto que, por orden del Señor, hizo Moisés en Moab con los israelitas, además del pacto que ya había hecho con ellos en Horeb.


Este pacto y juramento no lo hago solamente con ustedes,


El Señor dijo a Moisés: «Tú irás a descansar con tus antepasados y muy pronto esta gente me será infiel con los dioses extraños del territorio al que van a entrar. Me abandonarán y quebrantarán el pacto que hice con ellos.


Él les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y ordenó que los pusieran en práctica.


Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra.


El primer pacto tenía sus normas para el culto y un santuario terrenal.


No se trata más que de regulaciones externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, que son válidas solo hasta el tiempo señalado para reformarlo todo.


Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo,


Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían con su sombra la tapa del arca. Pero ahora no se puede hablar de eso en detalle.


Así dispuestas todas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente en la primera parte del santuario para celebrar el culto.


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