Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el sofá donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó: —¡Y todavía se atreve este a violar a la reina en mi presencia y en mi casa! Tan pronto como el rey pronunció estas palabras, cubrieron el rostro de Amán.
Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la Ley, lo dice a quienes están sujetos a ella, para que todo el mundo se calle la boca y quede convicto delante de Dios.