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Oseas 7:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 Todos ellos arden como un horno y devoran a sus gobernantes. Caen todos sus reyes, pero ninguno de ellos me invoca.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Todos ellos arden como un horno, y devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Como un horno ardiente, consumen a sus líderes. Matan a sus reyes uno tras otro, y nadie clama a mí en busca de ayuda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Todos se enardecen como un horno y devoran a sus gobernantes. Así han perecido todos sus reyes sin que ninguno de ellos me pidiera auxilios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Todos arden como un horno, devoran a sus gobernantes, Todos sus reyes van cayendo, pero entre ellos no hay quien clame a mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Todos ellos arden como un horno y queman a sus gobernantes; todos sus reyes cayeron; no hay entre ellos quien me invoque.

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Oseas 7:7
27 Referans Kwoze  

En el tercer año de Asá, rey de Judá, Basá mató a Nadab y lo sucedió en el trono.


Cuando Zimri vio que la ciudad estaba a punto de caer, se metió en la torre del palacio real y le prendió fuego. Así murió


Pero los partidarios de Omrí derrotaron a los de Tibni, el cual murió en la contienda. Así fue como Omrí comenzó a reinar.


—¡Captúrenlos vivos! —ordenó Jehú. Así lo hicieron, y después los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos hombres; Jehú no dejó vivo a ninguno de ellos.


Cuando llegó la carta, prendieron a todos los príncipes y los decapitaron. Luego echaron las cabezas en unos cestos y se las enviaron a Jehú, que estaba en Jezrel.


Salún, hijo de Jabés, conspiró contra Zacarías. Lo atacó ante el pueblo y lo mató, usurpando así el trono.


Pero Menajem, hijo de Gadí, llegó de Tirsá a Samaria, y allí atacó a Salún, hijo de Jabés, y lo mató, usurpando así el trono.


Uno de sus oficiales, que se llamaba Pécaj, hijo de Remalías, conspiró contra él. Apoyado por cincuenta galaaditas, atacó a Pecajías, a Argob y a Arié, en la torre del palacio real en Samaria. Así fue como lo mató y usurpó el trono.


Entonces Oseas, hijo de Elá, conspiró contra Pécaj, hijo de Remalías, y lo atacó. Así fue como, en el año veinte de Jotán, hijo de Uzías, lo mató y usurpó el trono.


Pero Jehú, que ya había tensado su arco, disparó a Jorán por la espalda y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro


y Jehú les ordenó: —¡Arrójenla de allí! Así lo hicieron y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon.


»Los de corazón impío abrigan resentimiento; no piden ayuda aun cuando Dios los ata.


¿Acaso no tienen entendimiento todos esos malhechores, esos que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan al Señor!


»Pero tú, Jacob, no me has invocado; tú, Israel, te has cansado de mí.


Fuera de ti, desde tiempos antiguos nadie ha escuchado ni percibido, ni ojo alguno ha visto, a un Dios que como tú actúe en favor de quienes en él esperan.


Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


Nadie invoca tu nombre ni se esfuerza por aferrarse a ti. Pues nos has dado la espalda y nos has entregado en poder de nuestras iniquidades.


Pero el pueblo no volvió al que lo ha castigado; no ha buscado al Señor de los Ejércitos.


»Yo he buscado entre ellos a alguien que construya un muro y se ponga en la brecha delante de mí por mi tierra, para que yo no la destruya. ¡Y no lo he hallado!


»”Señor y Dios nuestro, todo este desastre nos ha sobrevenido, tal y como está escrito en la Ley de Moisés, y ni aun así hemos buscado tu favor. No nos hemos apartado de nuestros pecados ni hemos prestado atención a tu verdad.


¿Dónde está tu rey, para que te salve en todas tus ciudades? ¿Dónde están tus líderes, de los que decías: “Dame rey y príncipes”?


Volveré luego a mi morada hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con sinceridad».


La arrogancia de Israel testifica en su contra, pero él no se vuelve al Señor su Dios; a pesar de todo esto, no lo busca.


No me invocan de corazón, sino que se lamentan echados en sus camas. Para obtener grano y vino nuevo se laceran y se ponen en mi contra.


Establecen reyes sin mi consentimiento y escogen príncipes sin mi aprobación. Con su plata y con su oro se hacen ídolos para su propia destrucción.


¡Ay de los que piensan en el mal y aun en sus camas traman planes malvados! En cuanto amanece, los llevan a cabo porque tienen el poder en sus manos.


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