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Oseas 6:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 Por eso los hice pedazos por medio de los profetas; los herí con las palabras de mi boca. ¡Mis juicios brillan como la luz!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Por esta causa los corté por medio de los profetas, con las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como luz que sale.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Envié mis profetas para destrozarlos, para aniquilarlos con mis palabras, con juicios tan inevitables como la luz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Por eso, les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Por eso los he hecho morir con las palabras de mi boca: Los he trozado por medio de los profetas, Y mi sentencia saldrá como la luz.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Por eso los herí por medio de los profetas, los maté con las palabras de mi boca, y mi juicio apareció como la luz.

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Oseas 6:5
35 Referans Kwoze  

¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?


Así que cuando Ahías oyó el sonido de sus pasos, se dirigió a la puerta y dijo: «Esposa de Jeroboán, ¿por qué te haces pasar por otra? Entra, que tengo malas noticias para ti.


Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te aseguro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene».


y cuando lo vio, le preguntó: —¿Eres tú el que le está creando problemas a Israel?


Jehú dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jazael y Eliseo dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jehú.


a quien le dijo: «Así dice el Señor: “Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que morirás, sin duda alguna”».


El profeta Elías le envió una carta con este mensaje: «Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: “Por cuanto no seguiste el buen ejemplo de tu padre Josafat ni el de Asá, rey de Judá,


No podrá escapar de las tinieblas; una llama de fuego marchitará sus renuevos y el aliento de Dios lo arrebatará.


»Escúchenme, hombres entendidos: ¡Es inconcebible que Dios haga lo malo, que el Todopoderoso cometa injusticias!


Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.


Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía.


sino que juzgará con justicia a los necesitados, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra. Herirá la tierra con la vara de su boca; matará al malvado con el aliento de sus labios.


«¡Grita con toda tu fuerza, no te reprimas! Alza tu voz como trompeta. Denúnciale a mi pueblo sus rebeldías; sus pecados, a los descendientes de Jacob.


Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar».


Hoy te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro y muro de bronce contra todo el país, contra los reyes de Judá, contra sus oficiales y sus sacerdotes y contra el pueblo de la tierra.


entonces responderás que así dice el Señor: “Haré que queden completamente borrachos todos los habitantes de este país: a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén.


«¿No es acaso mi palabra como fuego y como martillo que pulveriza la roca?», afirma el Señor.


Por eso, así dice el Señor, el Dios de los Ejércitos: «Por cuanto el pueblo ha hablado de esa forma, mis palabras serán como fuego en tu boca, y este pueblo, como un montón de leña. Ese fuego los consumirá.


Por eso, hijo de hombre, profetiza contra ellos; ¡sí, profetiza!».


¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde».


«Hijo de hombre, entona un lamento sobre las multitudes de Egipto y, junto con las ciudades de las naciones más poderosas, hazlas descender con los que bajan a la fosa, a las regiones más profundas.


Esta visión era semejante a la que tuve cuando él vino a destruir la ciudad de Jerusalén; también, a la que tuve junto al río Quebar. Y caí rostro en tierra,


Pero el Señor que está en ella es justo y no comete iniquidad. Cada mañana imparte su justicia y no deja de hacerlo cada nuevo día, pero el inicuo no conoce la vergüenza.


Moisés se asombró de lo que veía. Al acercarse para observar, oyó la voz del Señor:


Pero por tu obstinación y por tu corazón sin arrepentimiento sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio.


Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.


Sin duda, la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.


En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.


Por lo tanto, ¡arrepiéntete! De otra manera, iré pronto a ti para pelear contra ellos con la espada de mi boca.


Así que los cuatro ángeles que habían sido preparados precisamente para esa hora y ese día, mes y año, quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad.


Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.


—¡Te has portado como un necio! —respondió Samuel—. No has cumplido el mandamiento que te dio el Señor tu Dios. El Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre,


Samuel respondió: «¿Qué agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y prestar atención, más que la grasa de carneros.


Luego dijo Samuel: —Tráiganme a Agag, rey de Amalec. Agag se acercó confiado, pues pensaba: «Sin duda que el trago amargo de la muerte ya pasó».


Pero Samuel dijo: —Ya que tu espada dejó a tantas mujeres sin hijos, también sin su hijo se quedará tu madre. Y allí en Guilgal, en presencia del Señor, Samuel descuartizó a Agag.


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