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Oseas 2:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Ella no ha reconocido que fui yo quien le dio el grano, el vino nuevo y el aceite. Yo le había multiplicado la plata y el oro, que ella usó para Baal.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Ella no se da cuenta de que fui yo quien le dio todo lo que tiene: grano, vino nuevo y aceite de oliva; hasta le di plata y oro. Pero ella le ofreció todos mis regalos a Baal.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Por eso, voy a impedir su paso con espinos, y a cercarla con una cerca para que no encuentre ya caminos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Ella no entendía que era Yo quien le daba El grano, el mosto° y el aceite,° Quien le multiplicaba la plata y el oro, que usan para Baal.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Por eso, aquí estoy yo para cerrar su camino con espinos; la cercaré con setos, para que no encuentre sus senderos.

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Oseas 2:8
27 Referans Kwoze  

Señor y Dios nuestro, de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu santo Nombre. ¡Todo es tuyo!


Dios me ha cerrado el camino y no puedo pasar; ha cubierto de oscuridad mis senderos.


El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no comprende!».


Algunos derrochan oro de sus bolsas y pesan plata en la balanza; contratan a un joyero para que les haga un dios y ante ese dios se postran para adorarlo.


Los niños juntan la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres hacen la masa para cocer tortas y ofrecérselas a la Reina del Cielo. Además, para ofenderme derraman ofrendas líquidas a otros dioses.


luego se sentaron en un diván lujoso, frente a una mesa donde previamente habían colocado el incienso y el aceite que me pertenecen.


El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de sesenta codos de alto por seis codos de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.


Por el contrario, se ha opuesto al Señor del cielo mandando traer de su Templo las copas para que beban en ellas usted y sus nobles, sus esposas y concubinas. Usted glorificó a los dioses de oro, plata, hierro, madera y piedra, dioses que no pueden ver ni oír ni entender. Pero no glorificó al Dios en cuyas manos se encuentran su vida y todos sus caminos.


Israel era una vid frondosa que daba fruto para sí mismo. Pero cuanto más aumentaba su fruto, más altares construía; cuanto más prosperaba su país, más hermosas hacía sus piedras sagradas.


Cuando Efraín hablaba, la gente temía; él tenía la preeminencia sobre Israel. Pero rindió culto a Baal y por ese pecado murió.


Sin embargo, siguen pecando, pues se fabrican, según su ingenio, imágenes de fundición e ídolos de plata que no son más que obra de artesanos. De ellos se dice: «Ofrecen sacrificios humanos y besan ídolos en forma de becerros».


Su madre es una prostituta; la que los concibió es una desvergonzada. Pues dijo: “Quiero ir tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas”.


a la prostitución, al vino viejo y al vino nuevo, que hacen perder la razón.


Establecen reyes sin mi consentimiento y escogen príncipes sin mi aprobación. Con su plata y con su oro se hacen ídolos para su propia destrucción.


Por lo tanto, ofrece sacrificios a sus redes y quema incienso a sus mallas, pues gracias a sus redes su porción es sabrosa y su comida es suculenta.


Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.


Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer.


Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy su pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.


Después de haber salido a los campos y recogido y pisado las uvas, celebraron un festival en el templo de su dios. Mientras comían y bebían, maldijeron a Abimélec.


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