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Oseas 10:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

5 Temen los moradores de Samaria por el ternero que adoran en Bet Avén. El pueblo del becerro hará duelo por él y también los sacerdotes idólatras, los que se regocijaron por su esplendor, porque se lo llevarán al destierro.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Por las becerras de Bet-avén serán atemorizados los moradores de Samaria; porque su pueblo lamentará a causa del becerro, y sus sacerdotes que en él se regocijaban por su gloria, la cual será disipada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 La gente de Samaria tiembla de miedo por su ídolo, el becerro en Bet-avén, y está de luto por él. Aunque sus sacerdotes se regocijan en él, su gloria será arrebatada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Los habitantes de Samaria se lamentan por su ternero de Betavén; su pueblo hace duelo por el ternero, y los sacerdotes lloran a su glorioso ídolo;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Los habitantes de Samaria temen por el becerro de Bet-avén, El pueblo y sus sacerdotes° se enlutan por su dios,° Se revuelcan, porque su gloria es llevada en cautiverio,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Por el becerro de Bet Avén tiemblan los habitantes de Samaría: su pueblo está de luto por él, por él hacen duelo sus sacerdotes, porque su gloria emigró lejos de él.

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Oseas 10:5
20 Referans Kwoze  

Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.


Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo y adoraron a Baal;


También destituyó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar incienso en los altares paganos, tanto en las ciudades de Judá como en los alrededores de Jerusalén, los cuales quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, al zodíaco y a todos los astros del cielo.


En su lugar, Jeroboán había nombrado sacerdotes para los altares paganos y para el culto a los machos cabríos y a los becerros que había mandado hacer.


»Ustedes piensan que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán les hizo pueden oponerse al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David.


Todos a la vez se someten y se inclinan; no pudieron rescatar la carga y ellos mismos van al cautiverio.


Sin embargo, siguen pecando, pues se fabrican, según su ingenio, imágenes de fundición e ídolos de plata que no son más que obra de artesanos. De ellos se dice: «Ofrecen sacrificios humanos y besan ídolos en forma de becerros».


»Si tú, Israel, te prostituyes, ¡que no resulte culpable Judá! »No vayan a Guilgal ni suban a Bet Avén, ni juren diciendo: “¡Tan cierto como vive el Señor!”.


»Toquen el cuerno en Guibeá, hagan sonar la trompeta en Ramá, lancen el grito de guerra en Bet Avén: “¡Cuídate las espaldas, Benjamín!”.


No te alegres, Israel; no hagas fiesta como las otras naciones, porque te has prostituido. ¡Le has sido infiel a tu Dios! Prefieres la paga de prostituta que recibes en todos los trigales.


El esplendor de Efraín saldrá volando como un ave; no habrá más concepción ni embarazo ni nacimiento.


«El día en que haga pagar a Israel sus delitos, destruiré los altares de Betel; los cuernos del altar serán cortados y caerán por tierra.


«Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Exterminaré de este lugar todo rastro de Baal y hasta el nombre de sus sacerdotes idólatras;


Ahora bien, no solo hay peligro de que se desprestigie nuestro oficio, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea menospreciado y que la diosa misma, a quien adoran toda la provincia de Asia y el mundo entero, sea despojada de su divina majestad.


Josué envió a unos hombres de Jericó hacia Hai, lugar cercano a Bet Avén, frente a Betel, y les dijo: «Vayan a explorar la tierra». Fueron, pues, a explorar la ciudad de Hai.


Micaías respondió: —Ustedes se llevaron mis dioses que yo mismo hice, y también se llevaron a mi sacerdote y luego se fueron. ¿Qué más me queda? ¡Y todavía se atreven a preguntarme qué me sucede!


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