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Nehemías 1:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Al oír eso, me senté y me puse a llorar. Y durante muchos días permanecí sumido en la tristeza: ayunaba y oraba ante el Dios del Cielo,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Cuando oí estas palabras me senté, lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré ante el Dios de los cielos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Al oír estas palabras, me senté y rompí a llorar, hice duelo durante algunos días, ayuné y oré ante el Dios del cielo.

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Nehemías 1:4
22 Referans Kwoze  

David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo.


‘Como te has conmovido y humillado ante el Señor al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo.


Había mandado a construir y colocar en medio del atrio una plataforma de bronce cuadrada, que medía cinco codos por lado y tres codos de alto. Allí, sobre la plataforma, se arrodilló y, extendiendo las manos al cielo,


«Esto es lo que ordena Ciro, rey de Persia: »El Señor, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá.


Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del Templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente.


Cuando escuché esto, me rasgué la túnica y el manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba y me postré muy angustiado.


A la hora del sacrificio me recobré de mi abatimiento y, con la túnica y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor mi Dios,


Yo contesté: —El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen autoridad ni derecho, ni son parte de la historia de Jerusalén.


—¿Qué quieres que haga? —preguntó el rey. Así que oré al Dios del cielo


Las naciones temerán el nombre del Señor; todos los reyes de la tierra reconocerán tu gloria.


¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran amor perdura para siempre!


Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión.


«En aquella ocasión yo, Daniel, pasé tres semanas como si estuviera de luto.


Y les pidió que imploraran misericordia al Dios del cielo sobre este misterio, para que él y sus amigos no fueran ejecutados con el resto de los sabios de Babilonia.


Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas.


—Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —respondió.


«Yo te libraré de las tristezas, que son para ti una carga deshonrosa.


Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.


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