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Malaquías 3:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

16 Los que temían al Señor hablaron entre sí, entonces él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Entonces los que temían al Señor hablaron entre sí y el Señor escuchó lo que dijeron. En la presencia de él, escribieron un rollo de memorias para registrar los nombres de los que temían al Señor y siempre pensaban en el honor de su nombre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Así hablaban entre sí los que respetan a Yavé. Yavé, que estaba escuchando, lo supo, y mandó en seguida que en un libro se anotaran los nombres de aquellos que lo respetaban y reverenciaban su Nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Pero los que temían a YHVH hablaron el uno al otro,° y YHVH escuchó con atención y atendió. Y fue escrito un libro de memoria° delante de Él, a favor de los que temen a YHVH, y de los que honran su Nombre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Hablaron también entre sí los que temen a Yahveh y Yahveh escuchó con atención. Se escribió un memorial en su presencia en favor de los que temen a Yahveh y respetan su nombre.

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Malaquías 3:16
64 Referans Kwoze  

—No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño —dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.


Una vez el rey David estuvo instalado en su palacio, el Señor le dio descanso de todos los enemigos que lo rodeaban.


¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido temeroso del Señor desde mi juventud.


Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y era temeroso del Señor.


»Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir un templo en honor al nombre del Señor, Dios de Israel,


Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu nombre. Y te pido que a este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor de este hombre». En aquel tiempo yo era copero del rey.


Cuando se investigó el informe y se descubrió que era cierto, los dos eunucos fueron ahorcados. Todo esto fue debidamente anotado en los registros reales, en presencia del rey.


Aquella noche el rey no podía dormir, entonces ordenó que trajeran las crónicas reales —la historia de su reino— y que se las leyeran.


Y dijo a los mortales: «Temer al Señor: ¡eso es sabiduría! Apartarse del mal: ¡eso es inteligencia!».


El malvado, con su nariz en alto, no busca a Dios. No hay lugar para él en sus pensamientos.


¡Cantaré al Señor toda mi vida! ¡Cantaré salmos a mi Dios mientras exista!


El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. ¡Su alabanza permanece para siempre!


bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños.


Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos.


No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda.


el Señor se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor.


En cuanto a los santos que están en la tierra, son los nobles en quienes está toda mi delicia.


Estos confían en sus carros de guerra, aquellos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.


Los ojos del Señor están sobre los que le temen; de los que esperan en su gran amor.


Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus clamores;


Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado?


Cuando yo te pida ayuda, mis enemigos retrocederán. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!


Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí.


Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.


Sin embargo, yo te ruego que perdones su pecado. Pero si no vas a perdonarlos, ¡bórrame del libro que has escrito!


El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado.


Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.


Sí, en ti esperamos, Señor, y en la senda de tus juicios; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida.


Entonces tanto el que quede en Sión como el que sobreviva en Jerusalén serán llamados santos; todos los inscritos para vivir en Jerusalén.


¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.


»Ante mí ha quedado escrito; no guardaré silencio. Les daré su merecido; lo sufrirán en carne propia,


«Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has azotado como a un ternero sin domar y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, Señor, eres mi Dios.


He escuchado con suma atención, para ver si alguien habla con rectitud, pero nadie se arrepiente de su maldad; nadie reconoce el mal que ha hecho. Todos siguen su loca carrera, como caballos desbocados en combate.


y le dijo: «Recorre la ciudad de Jerusalén y coloca una señal en la frente de quienes giman y se lamenten por los actos detestables que se cometen en la ciudad».


»”Entonces se levantará Miguel, el gran príncipe protector de tu pueblo. Habrá un período de angustia, como no lo ha habido jamás desde que las naciones existen. Pero tu pueblo será liberado; todos los que están inscritos en el libro.


De su presencia brotaba un torrente de fuego. Miles y millares le servían; centenares de miles estaban delante de él. Al iniciarse el juicio, los libros fueron abiertos.


«De modo que me acercaré a ustedes para juicio. Estaré presto a testificar contra los hechiceros, los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan a sus jornaleros; contra los que oprimen a las viudas, a los huérfanos y niegan el derecho del extranjero, sin mostrarme ningún temor —dice el Señor de los Ejércitos—.


Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros bien alimentados.


Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.


Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago.


Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente.


Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.


Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón,


Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.


Hermanos, también rogamos que amonesten a los holgazanes, estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.


Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras.


Asegúrense de que nadie quede fuera de la gracia de Dios, de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos,


Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.


¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia».


Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Se abrieron unos libros y luego otro que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según lo que habían hecho, conforme a lo que estaba escrito en los libros.


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