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Lamentaciones 2:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 El Señor ha rechazado su altar; ha abandonado su santuario. Ha puesto en manos del enemigo las murallas de sus palacios. ¡Lanzan gritos en la casa del Señor como en día de fiesta!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Desechó el Señor su altar, menospreció su santuario; Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios; Hicieron resonar su voz en la casa de Jehová como en día de fiesta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 El Señor rechazó su propio altar; desprecia su propio santuario. Entregó los palacios de Jerusalén a sus enemigos. Ellos gritan en el templo del Señor como si fuera un día de celebración.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El Señor ha rechazado su altar, ha despreciado su santuario; ha dejado a merced del enemigo los muros de sus palacios; en la Casa de Yavé se oyeron gritos como en día de fiesta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 z Adonay ha repudiado su altar, ha abandonado su Santuario: Entregó los muros de la ciudadela en manos del enemigo, Que como en día de fiesta solemne grita en la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Zain. Desdeñó su altar el Señor, profanó su santuario; entregó los muros de sus palacios en poder del enemigo; éste gritó en la casa de Yahveh como en día de fiesta.

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Lamentaciones 2:7
31 Referans Kwoze  

y prendió fuego al Templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes.


Incendiaron el Templo de Dios, derribaron los muros de Jerusalén, prendieron fuego a sus palacios y destruyeron todos los objetos de valor que allí había.


Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona.


No te enojes demasiado, Señor; no te acuerdes siempre de nuestras iniquidades. ¡Considera, por favor, que todos somos tu pueblo!


que así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo haré que se vuelvan contra ustedes las armas de guerra que tienen en sus manos, con las cuales pelean contra el rey de Babilonia y contra los babilonios, que desde fuera de los muros los tienen sitiados. Amontonaré sus armas dentro de la ciudad.


que, en tiempos de Ezequías, rey de Judá, Miqueas de Moréset había profetizado a todo el pueblo de Judá: «Así dice el Señor de los Ejércitos: »“Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas y el monte del Templo se volverá un matorral”.


entonces haré con esta casa lo mismo que hice con Siló: Haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra’ ”».


Los babilonios que ataquen esta ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego, así como a las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y donde para provocar mi ira se derramaban ofrendas líquidas a otros dioses.


Los babilonios prendieron fuego al palacio real, a las casas del pueblo y derribaron los muros de Jerusalén.


Miré y la tierra fértil era un desierto; estaban en ruinas todas las ciudades, por la acción del Señor, por causa de su ardiente ira.


Así dice el Señor: «Toda la tierra quedará desolada, pero no la destruiré por completo.


Se oye la voz de los fugitivos, de los que escaparon de Babilonia; vienen a anunciar en Sión la venganza del Señor nuestro Dios, la venganza por su Templo.


y prendió fuego al Templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes.


Los caminos a Sión están de duelo; ya nadie asiste a sus fiestas solemnes. Las puertas de la ciudad se ven desoladas: sollozan sus sacerdotes, se turban sus doncellas, ¡toda ella es amargura!


¡Ay, el Señor cubrió a la hija de Sión con la nube de su furor! Desde el cielo echó por tierra el esplendor de Israel; en el día de su ira se olvidó del estrado de sus pies.


El Señor se porta como enemigo: ha devorado a Israel. Ha devorado todos sus palacios y destruido sus baluartes. Ha multiplicado el luto y los lamentos por la hija de Judá.


advertirle al pueblo de Israel que así dice el Señor y Dios: “Voy a profanar mi santuario, orgullo de su fortaleza, el Templo que les deleita la vista y en el que depositan su afecto. Los hijos y las hijas que ustedes dejaron morirán a filo de espada,


Haré que las naciones más violentas vengan y se apoderen de sus casas. Pondré fin a la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados.


convertiré en ruinas sus ciudades y asolaré sus santuarios. No me complaceré más en el aroma de sus ofrendas, que me era grato.


A pesar de todo y, aunque estén en la tierra de sus enemigos, no los rechazaré ni los aborreceré hasta el punto de exterminarlos; tampoco romperé mi pacto con ellos. Yo soy el Señor su Dios.


Por eso yo enviaré fuego sobre Judá que consumirá las fortalezas de Jerusalén».


Por lo tanto, por culpa de ustedes Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas y el monte del Templo se volverá un matorral.


Pero él dijo: —¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.


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