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Lamentaciones 2:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Sin compasión el Señor ha devorado todas las moradas de Jacob; en su furor ha derribado los baluartes de la hija de Judá y ha puesto su honra por los suelos, al humillar al reino y a sus príncipes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Destruyó el Señor, y no perdonó; Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob; Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá, Humilló al reino y a sus príncipes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 El Señor ha destruido sin misericordia todas las casas en Israel. En su enojo derribó las murallas protectoras de la bella Jerusalén. Las derrumbó hasta el suelo y deshonró al reino y a sus gobernantes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; ha destruido, en su furor, las fortalezas de la Hija de Judá; ha echado por tierra, ha profanado al reino y a sus príncipes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 b Adonay destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob. Derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá, Al rey y a sus príncipes echó por tierra deshonrados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Bet. Destruyó el Señor sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó, en su furor, las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra, profanó al reino con sus jefes.

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Lamentaciones 2:2
32 Referans Kwoze  

—¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el Señor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre íntegro e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad!


Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; un fuego los consumirá.


Prendieron fuego a tu santuario; profanaron la morada de tu Nombre.


El Señor, el Señor de los Ejércitos, ha decretado un día de pánico, un día de humillación y desconcierto en el valle de la visión, un día para derribar muros y para levantar gritos de socorro a la montaña.


Lo planeó el Señor de los Ejércitos para abatir la altivez de toda gloria y humillar a toda la gente importante de la tierra.


Derribará, hará caer y abatirá tus muros altos y fortificados, hasta dejarlos hechos polvo sobre la tierra.


Él hace caer a los que habitan en lo alto y humilla a la ciudad enaltecida: la abate hasta dejarla por el suelo, la derriba hasta dejarla hecha polvo.


Una vez secas, las ramas se quiebran; vienen luego las mujeres y con ellas hacen fuego. Porque este es un pueblo sin entendimiento; por eso su Hacedor no le tiene compasión ni de él se apiada quien lo formó.


Por eso humillé a las autoridades del templo; entregué a Jacob a la destrucción total, entregué a Israel al menosprecio.


Yo estaba enojado con mi pueblo; por eso profané mi heredad. Los entregué en tu mano y no les tuviste compasión. Pusiste sobre los ancianos un yugo muy pesado.


Haré que se despedacen unos a otros, padres e hijos por igual. No les tendré piedad ni lástima, sino que los destruiré sin compasión”», afirma el Señor.


«Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Como esta ciudad y todos sus pueblos vecinos se han obstinado en desobedecer mis palabras, voy a mandarles toda la calamidad que había prometido”».


Después de eso, entregaré a Sedequías, rey de Judá, a sus oficiales y a la gente que haya quedado con vida en la ciudad después de la plaga, la espada y el hambre”, afirma el Señor. “Los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los enemigos que buscan matarlos. Sin ninguna piedad, clemencia ni compasión, Nabucodonosor los matará a filo de espada”.


«Suban por los surcos de esta viña y arrásenla, pero no acaben con ella. Arránquenle sus ramas, porque no son del Señor.


El Señor ha llevado a cabo sus planes; ha cumplido su palabra, que decretó hace mucho tiempo. Sin piedad, te echó por tierra; dejó que el enemigo se burlara de ti, y enalteció el poder de tus oponentes.


»Jóvenes y ancianos por igual yacen en el polvo de las calles; mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada. En tu enojo les quitaste la vida; ¡los masacraste sin piedad!


El Señor se porta como enemigo: ha devorado a Israel. Ha devorado todos sus palacios y destruido sus baluartes. Ha multiplicado el luto y los lamentos por la hija de Judá.


Te cubriste de ira y nos persigues; nos matas sin piedad.


»Por tanto, tan cierto como que yo vivo, declara el Señor y Dios: como ustedes han profanado mi santuario con sus ídolos repugnantes y con prácticas detestables, yo mismo los destruiré sin piedad ni compasión.


No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo soy el Señor.


No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo, el Señor, también puedo herir.


Por eso, voy a actuar con furor. No les tendré piedad ni compasión. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!».


Por eso no tendré piedad ni compasión, sino que les pediré cuentas de su conducta».


Arrancaré tus imágenes de Aserá y reduciré a escombros tus ciudades;


Edom dice: «Aunque nos han hecho pedazos, reconstruiremos las ruinas». Pero el Señor de los Ejércitos dice: «Ustedes podrán reconstruir, pero yo derribaré. Serán llamados territorio malvado, pueblo que estará siempre bajo la ira del Señor.


¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”.


Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.


Te acorralará en todas las ciudades de tu tierra; te sitiará hasta que se derrumben esas murallas altas y fortificadas en las que has confiado. ¡Te asediará en toda la tierra y en las ciudades que el Señor tu Dios te ha dado!


Se ha encendido el fuego de mi ira, que quema hasta lo profundo de los dominios de la muerte. Devorará la tierra y sus cosechas, y consumirá la raíz de las montañas.


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