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Lamentaciones 2:10 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

10 En la hija de Sión los ancianos se sientan silenciosos en el suelo; se echan ceniza sobre la cabeza y se visten de luto. Las jóvenes de Jerusalén bajan sus cabezas de vergüenza.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Se sentaron en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion; Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio; Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los líderes de la bella Jerusalén se sientan en el suelo en silencio; están vestidos de tela áspera y se echan polvo sobre la cabeza. Las jóvenes de Jerusalén bajan la cabeza avergonzadas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Los ancianos de la Hija de Sión, en silencio, están sentados en tierra; se echaron ceniza en la cabeza, se vistieron de saco. Las jóvenes de Jerusalén inclinan hasta el suelo la cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y Sentados en tierra, guardan silencio los ancianos de Sión, Ceñidos de cilicio, echan polvo sobre sus cabezas. Humillan hasta el suelo su cabeza las doncellas de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yod. En tierra están, sentados y mudos, los ancianos de la hija de Sión; echaron ceniza sobre sus cabezas, se ciñeron de saco; bajaron la cabeza hasta el suelo las doncellas de Jerusalén.

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Lamentaciones 2:10
26 Referans Kwoze  

Al salir, se echó ceniza en la cabeza, se rasgó la túnica y con las manos a la cabeza se fue por el camino llorando a gritos.


Todos, deshechos en llanto, van por las calles, vestidos de luto; ¡gimen en los techos y en las plazas!


Habrá pestilencia en vez de perfume, soga en vez de cinturón, calvicie en vez de peinado elegante, ropa de luto en vez de trajes lujosos, vergüenza en vez de belleza.


Las puertas de la ciudad gemirán y se vestirán de luto; desolada, la ciudad se sentará en el suelo.


Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.


»Desciende, siéntate en el polvo, hija virginal de Babilonia; siéntate en el suelo, hija de los babilonios, pues ya no hay trono. Nunca más se te llamará tierna y delicada.


«Siéntate en silencio, hija de los babilonios; entra en las tinieblas. Porque nunca más se te llamará “soberana de los reinos”.


¿Qué hacemos aquí sentados? ¡Vengan, y vámonos juntos a las ciudades fortificadas para morir allí! El Señor nuestro Dios nos está destruyendo. Nos ha dado a beber agua envenenada, porque hemos pecado contra él.


¡Cuán solitaria se encuentra la que fue ciudad populosa! ¡Tiene apariencia de viuda la que fue grande entre las naciones! ¡Hoy es esclava de las provincias la que fue gran señora entre ellas!


Los caminos a Sión están de duelo; ya nadie asiste a sus fiestas solemnes. Las puertas de la ciudad se ven desoladas: sollozan sus sacerdotes, se turban sus doncellas, ¡toda ella es amargura!


¡Déjenlo estar solo y en silencio, porque el Señor se lo ha impuesto!


El Señor mismo los ha dispersado; ya no se preocupa por ellos. Ya no hay respeto para los sacerdotes ni compasión para los ancianos.


Quienes antes comían los más ricos manjares hoy desfallecen de hambre por las calles. Quienes antes se vestían de fina lana color púrpura hoy se revuelcan en medio de la basura.


A nuestros príncipes los colgaron de las manos y a nuestros ancianos no los honraron.


Ya no se sientan los ancianos a las puertas de la ciudad; ni se escucha la música de los jóvenes.


Por ti levantarán la voz y llorarán con amargura; se echarán polvo en la cabeza y se revolcarán en ceniza.


Por tu culpa se raparán la cabeza, y se vestirán de luto. Llorarán por ti con gran amargura, y con angustiosos quejidos.


Se vestirán de luto y el terror los dominará. Se llenarán de vergüenza y se raparán la cabeza.


Gime, pueblo mío, como virgen vestida de luto por la muerte de su prometido.


Por eso en circunstancias como estas guarda silencio el prudente, porque estos tiempos son malos.


En aquel día se desmayarán de sed las jóvenes hermosas y los jóvenes fuertes.


»En aquel día —afirma el Señor y Dios—, las canciones del palacio se volverán lamentos. ¡Muchos serán los cadáveres tirados por todas partes! ¡Silencio!».


Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, se vistió con ropa áspera y se sentó sobre ceniza.


Ante esto, Josué rompió sus ropas y se postró rostro en tierra ante el arca del Señor y permaneció allí hasta la tarde. Los jefes de Israel hicieron lo mismo y echaron ceniza sobre su cabeza.


Se echaron polvo en la cabeza, llorando y lamentándose a gritos: «¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad con cuya opulencia se enriquecieron todos los dueños de flotas navieras! ¡En una sola hora ha quedado destruida!


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