Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Lamentaciones 1:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

9 Sus vestidos están llenos de inmundicia; no tomó en cuenta lo que le esperaba. Su caída fue sorprendente; no hubo nadie que la consolara. «¡Mira, Señor, mi aflicción! ¡El enemigo ha triunfado!».

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin; Por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Se deshonró a sí misma con inmoralidad y no pensó en su futuro. Ahora yace en una zanja y no hay nadie que la saque. «Señor, mira mi sufrimiento —gime—. El enemigo ha triunfado».

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Su impureza manchaba su vestido, pero no pensaba que tendría este fin. ¡Se hundió profundamente! ¡Nadie la consuela! ¡Mira, oh Yavé, mi dolor, ¡cómo se pone orgulloso el enemigo!

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

9 f Su inmundicia está en sus faldas, no ha tenido en cuenta° su final, Fue humillada hasta el asombro, no tiene consolador. ¡Mira, oh YHVH, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido!

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Tet. . Su impureza impregna sus vestidos. No se acordó de su fin; ha caído de forma inesperada, sin tener quien la consuele. Mira, Yahveh, mi aflicción, y cómo se crece mi enemigo.

Gade chapit la Kopi




Lamentaciones 1:9
46 Referans Kwoze  

A lo mejor el Señor toma en cuenta mi aflicción y me paga con bendiciones las maldiciones que estoy recibiendo hoy.


Porque el Señor había visto que todos los habitantes de Israel, esclavos o libres, sufrían amargamente y no había nadie que los ayudara.


»Y ahora, Dios nuestro, Dios grande, temible y poderoso, que cumples el pacto y eres fiel, no tengas en poco los sufrimientos que han padecido nuestros reyes, líderes, sacerdotes y profetas, nuestros antepasados y todo tu pueblo, desde los reyes de Asiria hasta hoy.


Considera mi aflicción, y líbrame, pues no me he olvidado de tu Ley.


No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah


Fíjate en mi aflicción y en mis penurias y borra todos mis pecados.


En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre.


Por eso me propongo sacarlos de su opresión en Egipto y llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. ¡Es una tierra donde abundan la leche y la miel!’ ”.


Pero el Señor siguió diciendo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces y conozco bien sus penurias.


por lo que el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había estado pendiente de ellos y había visto su aflicción, los israelitas se postraron y adoraron al Señor.


Luego me fijé en tanta opresión que hay bajo el sol. Vi llorar a los oprimidos y no había quien los consolara; el poder estaba del lado de sus opresores y no había quien los consolara.


Jerusalén se tambalea, Judá se derrumba, porque su hablar y su actuar son contrarios al Señor: ¡desafían su gloriosa presencia!


Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.


¿A quién has insultado? ¿Contra quién has blasfemado? ¿Contra quién has alzado la voz y levantado los ojos con orgullo? ¡Contra el Santo de Israel!


Porque has rugido contra mí y tu insolencia ha llegado a mis oídos, te pondré una argolla en la nariz y un freno en la boca. Además, por el mismo camino por donde viniste te haré regresar.


Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».


Hablen con ternura a Jerusalén y anúncienle que ya ha cumplido servicio obligatorio, que ya ha pagado por su iniquidad, que ya ha recibido de la mano del Señor el doble por todos sus pecados.


Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!”. Pero no consideraste esto ni reflexionaste sobre su final.


Estos dos males han venido sobre ti: ruina y destrucción, hambre y espada. ¿Quién se apiadará de ti? ¿Quién te consolará?


«¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas y te cimentaré con zafiros!


He visto tus adulterios, tus relinchos, tu prostitución desvergonzada y tus abominaciones, en los campos y sobre las colinas. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás en tu impureza?».


Nadie ofrecerá un banquete fúnebre a los que estén de duelo para consolarlos por el muerto. Tampoco a nadie se le dará a beber la copa del consuelo, aun cuando quien haya muerto sea su padre o su madre.


Tienes la ropa manchada de sangre, de sangre de gente pobre e inocente, a los que nunca sorprendiste robando. Por todo esto


«¡Emborrachen a Moab, porque ha desafiado al Señor! ¡Que se revuelque en su vómito, y se convierta en objeto de burla!


Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo tan campante! Pero ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado?


»Recluten contra Babilonia a los arqueros, a todos los que tensan el arco; acampen a su alrededor y que no escape ninguno. Retribúyanle según sus obras, hagan con ella como hizo con otros. Porque ella ha desafiado al Señor, al Santo de Israel.


Sión clama pidiendo ayuda, pero no hay quien la consuele. Por decreto del Señor los vecinos de Jacob son ahora sus enemigos; Jerusalén ha llegado a ser inmundicia en medio de ellos.


»La gente ha escuchado mi gemir, pero no hay quien me consuele. Todos mis enemigos conocen mi pesar y se alegran de lo que has hecho conmigo. ¡Manda ya tu castigo anunciado, para que sufran lo que he sufrido!


¿Qué puedo decir de ti, hija de Jerusalén? ¿A qué te puedo comparar? ¿Qué ejemplo darte como consuelo, virginal hija de Sión? Profundas como el mar son tus heridas. ¿Quién podría sanarte?


¡Cómo ha perdido el oro su brillo! ¡Se ha empañado el oro fino! ¡Regadas por las esquinas de las calles se han quedado las joyas sagradas!


¡Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido! ¡Contempla y ve nuestra deshonra!


«Por eso, ahora voy a seducirla, la llevaré al desierto y le hablaré con ternura.


Este será el pago por su soberbia y por insultar y ridiculizar al pueblo del Señor de los Ejércitos.


y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María a darles el pésame por la muerte de su hermano.


Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestro ruego y vio nuestra miseria, nuestro trabajo y nuestra opresión.


Pero temí las provocaciones del enemigo; temí que el adversario no entendiera y llegara a pensar: “Hemos triunfado; nada de esto lo ha hecho el Señor”».


¡Si tan solo fueran sabios, entendieran esto y comprendieran cuál será su fin!


Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¿cómo será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios?


Entonces hizo esta promesa: «Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida y nunca se le cortará el cabello».


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite