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Job 40:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 «¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno? ¡Me tapo la boca con la mano!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 «No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas? Me taparé la boca con la mano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Hablé con ligereza, ¿qué te contestaré? Prefiero ponerme la mano ante la boca.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 He aquí, soy insignificante, ¿Qué puedo responderte? Pongo mi mano en mi boca.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 'He hablado a la ligera: ¿Qué responderé? Taparé con mi mano mi boca.

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Job 40:4
35 Referans Kwoze  

Abraham dijo: —Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme así al Señor, yo que apenas soy polvo y ceniza.


realmente yo, tu siervo, no soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado. Cuando crucé este río Jordán, no tenía más que mi bastón; pero ahora he llegado a formar dos campamentos.


Entonces le remordió a David la conciencia por haber realizado este censo militar y dijo al Señor: «He cometido un pecado muy grande. He actuado como un necio. Yo te ruego, Señor, que perdones la maldad de tu siervo».


y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto de retama y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados».


¡Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos».


y dije en oración: «Dios mío, estoy avergonzado y humillado como para levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo.


Tú has sido justo en todo lo que nos ha sucedido, porque actúas con fidelidad. Nosotros, en cambio, actuamos con maldad.


para que interceda ante Dios en favor mío, como quien apela por su amigo.


Mírenme, y queden asombrados; tápense la boca con la mano.


los jefes se abstenían de hablar y se tapaban la boca con las manos;


Le daré cuenta de cada uno de mis pasos, como quien se presenta ante su gobernante.


»Haznos saber qué debemos responderle, pues debido a nuestra ignorancia no tenemos argumentos.


Entonces Job respondió al Señor:


Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza».


He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa.


»Si como un necio te has engreído o si algo maquinas, ponte a pensar


Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros.


Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos».


Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


¡Que hunda el rostro en el polvo! ¡Tal vez haya esperanza todavía!


Cuando yo te perdone por todo lo que has hecho, tú te acordarás de tu maldad, te avergonzarás y en tu humillación no volverás a jactarte, afirma el Señor y Dios”».


Hemos pecado y hecho lo malo; hemos sido malvados y rebeldes; nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes.


»”Señor, tuya es la justicia y nuestra es la vergüenza. Sí, nosotros, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y de todo Israel, tanto los que vivimos cerca como los que se hallan lejos, en todos los países por los que nos has dispersado por haberte sido infieles.


»Si la infección se ha extendido sobre la piel de tal manera que, hasta donde el sacerdote pueda ver, cubre toda la piel de la persona enferma,


Las naciones verán tus maravillas y se avergonzarán de toda su prepotencia; se llevarán la mano a la boca y sus oídos se ensordecerán.


»En cambio, el Señor está en su santo templo. ¡Guarde toda la tierra silencio en su presencia!».


¡Que todo el mundo guarde silencio ante el Señor, quien ya avanza desde su santa morada!».


En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.


Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!


Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


Ellos respondieron: —¡Silencio! No digas ni una sola palabra. Ven con nosotros y serás nuestro padre y sacerdote. ¿No crees que es mejor ser sacerdote de toda una tribu y de un clan de Israel que de la familia de un solo hombre?


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