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Job 1:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

11 Pero extiende la mano y daña todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Pero extiende tu mano y toca sus pertenencias. Verás si no te maldice en tu propia cara.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Pero, extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no te maldice° en tu propio Rostro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Pero prueba a extender tu mano y tocar su hacienda. ¡Ya verás cómo te maldice en tu propia cara!'.

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Job 1:11
21 Referans Kwoze  

Por eso Abimélec envió esta orden a todo el pueblo: —Si alguien molesta a este hombre o a su esposa, será condenado a muerte.


—Muy bien —contestó el Señor—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor.


Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!».


Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran delante de Dios. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido en sus corazones a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.


»¡Compadézcanse de mí, amigos míos; compadézcanse, que la mano de Dios me ha golpeado!


—¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el Señor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre íntegro e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad!


Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!


—Muy bien —dijo el Señor a Satanás—, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida.


Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor para afligir a Job con dolorosas úlceras desde la planta del pie hasta la coronilla.


Su esposa le reprochó: —¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!


ahora que afrontas las calamidades, ¡no las resistes!; ¡te ves golpeado y te desanimas!


«¡No toquen a mis ungidos! ¡No maltraten a mis profetas!».


Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Es un pueblo que en mi propia cara constantemente me provoca; que ofrece sacrificios en los jardines y quema incienso sobre ladrillos;


Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios


»Porque así dice el Señor de los Ejércitos, cuya gloria fui enviado a buscar entre las naciones que los despojaron a ustedes: “La nación que toca a mi pueblo, toca la niña de mis ojos.


Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.


y, por causa de sus padecimientos y de sus llagas, maldecían al Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus obras.


Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta y cinco kilogramos cada uno. Y maldecían a Dios por esa terrible plaga.


Todos sufrieron terribles quemaduras, pero ni así se arrepintieron; en vez de darle gloria a Dios, que tiene poder sobre esas plagas, maldijeron su nombre.


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