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Jeremías 9:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

23 Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Esto dice el Señor: «No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría, o el poderoso, de su poder, o el rico, de sus riquezas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yavé, y mi obrar en la tierra no es más que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Así dice YHVH: No se alabe el sabio en su sabiduría, Ni se alabe el valiente en su valentía, Ni se alabe el rico en sus riquezas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 sino de esto se ufane quien quiera ufanarse: de ser sensato y conocerme, pues yo soy Yahveh, que practico la bondad, el derecho y la justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco' -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 9:23
54 Referans Kwoze  

No vayan a decirme: “Hemos hallado la sabiduría; que lo refute Dios y no los hombres”.


Tiene el lomo recubierto de hileras de escudos, todos ellos unidos en cerrado tejido;


El Señor ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su gran amor.


Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre.


Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos.


No confíen en la extorsión ni se hagan ilusiones con sus rapiñas; y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas.


En el día de la ira de nada sirve ser rico, pero la justicia libra de la muerte.


De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo.


Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia.


¿Y quién sabe si este sería sabio o necio? Sin embargo, se adueñaría de lo que con tanto esmero y sabiduría logré hacer bajo el sol. ¡Y también esto es vanidad!


Me fijé de nuevo que bajo el sol la carrera no la ganan los más veloces ni ganan la batalla los más valientes; tampoco los sabios tienen qué comer ni los inteligentes abundan en dinero, ni los instruidos gozan de simpatía; sino que a todos les llegan buenos y malos tiempos.


Pues dice: “¿Acaso no son reyes todos mis comandantes?


Y los que confían en Cus y se enorgullecen de Egipto quedarán desanimados y avergonzados.


Tú has confiado en tu maldad, y has dicho: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan cuando a ti misma te dices: “Yo soy y no hay otra fuera de mí”.


¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!


Ya nadie tendrá que enseñar a su prójimo; tampoco dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán», afirma el Señor. «Porque yo perdonaré su iniquidad y nunca más me acordaré de sus pecados».


»¿Cómo se atreven a decir: “Somos guerreros, hombres valientes para la guerra”?


Por cuanto confías en tus obras y en tus riquezas, también tú serás capturada. Quemós, tu dios, irá al exilio, junto con sus sacerdotes y oficiales.


¿Por qué te jactas de tus valles, de tus fértiles valles? Hija rebelde, tú confías en tus tesoros y dices: “¿Quién me atacará?”.


La tierra de Egipto quedará en ruinas. Entonces sabrán que yo soy el Señor. »”Tú dijiste: ‘El Nilo es mío, es mi creación’.


»La plata la arrojarán a las calles y el oro lo verán como algo impuro. En el día de la ira del Señor, ni el oro ni la plata podrán salvarlos; no servirán para saciar su hambre y llenarse el estómago, porque el oro fue el causante de la caída de ustedes.


En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?


Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia; además, es capaz de humillar a los soberbios.


¡Él te ha mostrado, oh mortal, lo que es bueno! ¿Y qué es lo que espera de ti el Señor?: Practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente ante tu Dios.


No los podrán librar ni su plata ni su oro en el día de la ira del Señor. »En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra».


Los discípulos se asombraron de sus palabras. —Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! —repitió Jesús—.


Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios


para que, como está escrito: «Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor».


No se te ocurra pensar: «Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos».


Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.


Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo


Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.


Echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, pelirrojo y buen mozo, con desprecio


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