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Jeremías 37:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 «Esto dice el Señor, Dios de Israel: el rey de Judá te envió a consultarme acerca de lo que va a suceder. Dile a él: “El ejército del faraón está a punto de regresar a Egipto aunque vino aquí para ayudarte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Así dice Yavé, Dios de Israel: Esta es la respuesta que entregarán ustedes al rey de Judá que los envió a consultarme: El ejército de Faraón que había salido de Egipto para ayudarlos, se volverá a su país,

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Así dice YHVH Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultarais: He aquí el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se ha vuelto a su tierra en Egipto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 así dice Yahveh, Dios de Israel: de este modo hablaréis al rey de Judá, que os ha enviado a mí para consultarme: mirad: el ejército del Faraón que ha salido en vuestra ayuda se volverá a su país de Egipto;

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Jeremías 37:7
22 Referans Kwoze  

Pero al rey de Judá, que los envió a consultarme, díganle que en cuanto a las palabras que él ha oído, yo, el Señor, Dios de Israel, afirmo:


El rey de Egipto no volvió a hacer campañas militares fuera de su país, pues el rey de Babilonia se había adueñado de todas sus posesiones, desde el río de Egipto hasta el río Éufrates.


De nada sirven ante el Señor la sabiduría, la inteligencia y el consejo.


La ayuda de Egipto no sirve para nada; por eso la llamo: «Rahab, la inútil».


Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían.


Y ahora, ¿qué sacas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué sacas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates?


¿Por qué cambias con tanta ligereza tu parecer? Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria.


Saldrás de allí con las manos en la cabeza, porque el Señor ha rechazado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.


Esta es la palabra del Señor que vino a Jeremías cuando el rey Sedequías envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a que le dijeran:


«Consulta ahora al Señor por nosotros, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos está atacando. Tal vez el Señor haga una de sus maravillas como en tiempos pasados y lo obligue a retirarse».


No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios».


Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Cuando los babilonios que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada.


La palabra del Señor vino al profeta Jeremías:


Jerusalén trae a la memoria los tristes días de su peregrinaje; se acuerda de todos los tesoros que en el pasado fueron suyos. Cuando su pueblo cayó en manos enemigas nadie acudió en su ayuda. Sus enemigos vieron su caída y se burlaron de ella.


Para colmo, desfallecen nuestros ojos esperando en vano que alguien nos ayude. Desde nuestras torres estamos en espera de una nación que no puede salvarnos.


Ni el faraón con su gran ejército y numerosas tropas podrá auxiliarlo en la guerra, cuando se levanten rampas y se construyan torres de asalto para matar a mucha gente.


El pueblo de Israel no confiará más en Egipto. Al contrario, será Egipto quien les sirva para recordar el pecado que cometieron los israelitas al seguirlo. Así sabrán que yo soy el Señor y Dios”».


Por eso, así dice el Señor y Dios: Estoy contra el faraón, rey de Egipto. Le quebraré los dos brazos, el sano y el fracturado, y haré que la espada se le caiga de la mano.


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