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Jeremías 32:38 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

38 y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 y ellos serán mi pueblo, y Yo seré su Dios,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

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Jeremías 32:38
20 Referans Kwoze  

Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto eterno, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes.


Estableciste a Israel para que fuera tu pueblo para siempre y para que tú, Señor, fueras su Dios.


¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!


No trabajarán en vano ni tendrán hijos para la desgracia; tanto ellos como su descendencia serán simiente bendecida del Señor.


Les daré un corazón para que me conozcan, pues yo soy el Señor. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.


“Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”».


«En aquel tiempo —afirma el Señor—, seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo».


«Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor. «Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Sin embargo, yo sí me acordaré del pacto que hice contigo en los días de tu adolescencia, y estableceré contigo un pacto eterno.


Vivirán en la tierra que di a sus antepasados; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.


Habitaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Desde ese día en adelante, los israelitas sabrán que yo soy el Señor su Dios.


Entonces sabrán que yo soy el Señor su Dios, quien los envió al exilio entre las naciones, pero que después volví a reunirlos en su propia tierra, sin dejar allá a ninguno de ellos.


Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego; la refinaré como se refina la plata, la probaré como se prueba el oro. Entonces ellos me invocarán y yo responderé. Yo diré: “Ellos son mi pueblo”. Ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.


En la presencia del Señor tu Dios comerás la décima parte de tu trigo, tu vino nuevo y tu aceite, y de los primogénitos de tus vacas y ovejas; lo harás en el lugar que él escoja como residencia de su Nombre. Así aprenderás a temer siempre al Señor tu Dios.


Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios y les preparó una ciudad.


«Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor. «Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


El que salga vencedor heredará todo esto y yo seré su Dios y él será mi hijo.


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