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Jeremías 30:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

13 No hay quien defienda tu causa; no hay remedio para tu mal ni sanidad para tu enfermedad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 No hay nadie que te ayude ni que vende tu herida. Ningún medicamento puede curarte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 No hay nadie para hacerte justicia ni hay remedio que te sane.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 No hay quien defienda tu causa para vendar tu herida, Ni hay para ti medicamentos eficaces.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Nadie defendió tu causa. Para una úlcera hay medicinas; para ti no hubo cura alguna.

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Jeremías 30:13
25 Referans Kwoze  

¿Pero quién puede condenarlo si él decide guardar silencio? ¿Quién puede verlo si oculta su rostro? Él está por encima de pueblos y personas,


Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero sana con sus manos.


Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, quien se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.


Mira a mi derecha y ve: nadie me tiende la mano. No tengo dónde refugiarme; por mí nadie se preocupa.


Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis mandamientos y estatutos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor que les devuelve la salud».


Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones y llagas abiertas, que no les han sido curadas, ni vendadas, ni aliviadas con aceite.


Lo ha visto y le ha asombrado ver que no hay nadie que intervenga. Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos; su propia justicia lo sostendrá.


¿Has rechazado por completo a Judá? ¿Detestas a Sión? ¿Por qué nos has herido de tal modo que ya no tenemos remedio? Esperábamos tiempos de paz, pero nada bueno recibimos. Esperábamos tiempos de salud, pero solo nos llegó el terror.


Sáname, Señor, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú eres mi alabanza.


Porque yo restauraré tu salud y sanaré tus heridas”, afirma el Señor, “porque te han llamado la desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”.


»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad.


»¡Virginal hija de Egipto, ve a Galaad y consigue bálsamo! En vano multiplicas los remedios; ya no sanarás.


Como un pozo que hace brotar agua, así Jerusalén hace brotar su maldad. En ella se oye de violencia y destrucción; no veo otra cosa que enfermedades y heridas.


¿No queda bálsamo en Galaad? ¿No queda allí médico alguno? ¿Por qué no se ha restaurado la salud de mi pueblo?


¿Qué puedo decir de ti, hija de Jerusalén? ¿A qué te puedo comparar? ¿Qué ejemplo darte como consuelo, virginal hija de Sión? Profundas como el mar son tus heridas. ¿Quién podría sanarte?


»Yo he buscado entre ellos a alguien que construya un muro y se ponga en la brecha delante de mí por mi tierra, para que yo no la destruya. ¡Y no lo he hallado!


«Hijo de hombre, yo he quebrado el brazo al faraón, rey de Egipto. Nadie se lo ha vendado ni curado para que recobre su fuerza y pueda empuñar la espada.


«Yo sanaré su rebeldía y los amaré de pura gracia, porque mi ira contra ellos se ha calmado.


¡Vengan, volvámonos al Señor! Él nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará.


Tu herida no tiene remedio; tu llaga es incurable. Todos los que sepan lo que te ha pasado aplaudirán por tu desgracia. Pues ¿quién no fue víctima de tu constante maldad?


»¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi mano.


Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados.


Mis queridos hijos, escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.


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