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Jeremías 29:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «No se dejen engañar por los profetas ni por los adivinos que están entre ustedes. No hagan caso de los sueños que ellos tienen.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “No permitan que los engañen los profetas y los adivinos que están entre ustedes en la tierra de Babilonia. No presten atención a sus sueños,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 No se dejen engañar por los profetas, ni por los adivinos que hay entre ustedes, ni crean en sus sueños, fruto de su imaginación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Así dice YHVH Sebaot, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas y adivinos que viven entre vosotros, ni atendáis a los sueños que vosotros mismos soñáis.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Pues así dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: que no os engañen los profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos, ni escuchéis los sueños que sueñan.

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Jeremías 29:8
36 Referans Kwoze  

El Señor me contestó: «Esos profetas están profetizando mentiras en mi nombre. Yo no los he enviado, ni he dado ninguna orden, ni siquiera les he hablado. Lo que están profetizando son visiones engañosas, adivinaciones vanas y delirios de su propia imaginación.


Así dice el Señor de los Ejércitos: «No escuchen lo que dicen los profetas, pues alientan en ustedes falsas esperanzas; cuentan visiones que se han imaginado y que no proceden de la boca del Señor.


Yo no envié a esos profetas, pero ellos corrieron a llevar sus mensajes; ni siquiera hablé, pero ellos profetizaron.


«He escuchado lo que dicen los profetas que profieren mentiras en mi nombre, los cuales dicen: “¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!”.


Con los sueños que se cuentan unos a otros pretenden hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, como sus antepasados se olvidaron de mi nombre por el de Baal.


‘Por tanto, no hagan caso a sus profetas ni a sus adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y hechiceros, que les dicen que no se sometan al rey de Babilonia.


Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Jananías: —Presta mucha atención. A pesar de que el Señor no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira.


Esta es la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los jefes que estaban en el exilio, a los sacerdotes y los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia.


Ustedes podrán decir: «El Señor nos ha dado profetas en Babilonia»,


Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colaías, y de Sedequías, hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: «Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos.


Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás ordené. Yo lo sé y de eso soy testigo», afirma el Señor.


»Así dice el Señor: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar.


Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo tan campante! Pero ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado?


Tus profetas te anunciaron visiones falsas y engañosas. No denunciaron tu maldad; no evitaron tu cautiverio. Los mensajes que te anunciaban eran falsos y engañosos.


Sus visiones son falsas y mentirosas sus adivinaciones. Dicen: ‘Lo afirma el Señor’, pero el Señor no los ha enviado; sin embargo, ellos esperan que se cumpla su palabra.


Si con la intención de mentirles llega algún engañador prometiendo abundancia de vino y cerveza, este pueblo lo verá como un profeta.


»En aquel día los profetas se avergonzarán de sus visiones proféticas. Ya no engañarán a nadie vistiéndose con mantos de piel,


Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos.


—Tengan cuidado; no se dejen engañar —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy”, y: “El tiempo está cerca”. No los sigan ustedes.


¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.


Tales individuos no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos.


Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y las artimañas de quienes emplean métodos engañosos.


Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia.


No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el que está destinado a la destrucción.


mientras que esos malvados farsantes irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.


Queridos hermanos, no crean a cualquier espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.


Con estas señales que se le permitió hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra. Ordenó que hicieran una imagen en honor de la bestia que, después de ser herida a espada, revivió.


Pero la bestia fue capturada junto con el falso profeta. Este es el que hacía señales en presencia de ella, con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego y azufre.


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