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Jeremías 23:17 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

17 A los que me desprecian les aseguran que yo, el Señor, digo que gozarán de paz; a los que obedecen los dictados de su terco corazón les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Siguen diciendo a los que desprecian mi palabra: “¡No se preocupen! ¡El Señor dice que ustedes tendrán paz!”. Y a los que obstinadamente siguen sus propios deseos, los profetas les dicen: “¡No les sucederá nada malo!”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 A aquellos que desprecian la palabra de Yavé les aseguran 'que tendrán paz', y a todos los que siguen los caprichos de su corazón, 'que ninguna desgracia les va a suceder'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Dicen de continuo a quienes me desprecian: YHVH ha dicho: ¡Tendréis paz! Y a todo el que anda en la dureza de su corazón, Le dicen: ¡Ningún mal vendrá sobre vosotros!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Se atreven a decir a quienes me desprecian: 'Yahveh ha dicho: os irá bien'. Y a cuantos siguen la obstinación de su corazón les dicen: 'No vendrá sobre vosotros la desgracia''.

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Jeremías 23:17
34 Referans Kwoze  

Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer”.


A los videntes les dicen: «¡No tengan más visiones!», y a los profetas: «¡No nos sigan profetizando la verdad! Dígannos cosas agradables, profeticen ilusiones.


No hay paz para los malvados», dice mi Dios.


Este pueblo malvado, que se niega a obedecerme, que sigue la terquedad de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, será como este cinturón, que no sirve para nada.


Ellos objetarán: “Es inútil. Vamos a seguir nuestros propios planes” y cada uno cometerá la maldad que dicte su obstinado corazón».


Ellos dijeron: «Vengan, tramemos un plan contra Jeremías. Porque no faltará la Ley al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de nada de lo que diga».


En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del Señor”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del Señor y ya no volverán a seguir a su terco y malvado corazón.


Yo dije: «¡Ah, mi Señor y Dios, cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Dijiste: “Tendrán paz”, pero tienen la espada en el cuello».


Ellas han negado al Señor y hasta dicen: «¡Dios no existe! Ningún mal vendrá sobre nosotros, no sufriremos guerras ni hambre».


Curan por encima la herida de mi pueblo y les desean: “¡Paz, paz!”, cuando en realidad no hay paz.


Pero ellos no me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron los consejos de su terco y malvado corazón. Fue así como, en vez de avanzar, retrocedieron.


Curan por encima la herida de mi pueblo y les desean: ‘¡Paz, paz!’, cuando en realidad no hay paz.


Siguieron la terquedad de su corazón; se fueron tras los baales, como les habían enseñado sus antepasados».


Tus profetas te anunciaron visiones falsas y engañosas. No denunciaron tu maldad; no evitaron tu cautiverio. Los mensajes que te anunciaban eran falsos y engañosos.


»”Así es, en efecto. Estos profetas han engañado a mi pueblo diciendo: ‘¡Paz!’, pero no hay paz; construye el muro y lo cubre de cal.


Ustedes me han profanado delante de mi pueblo por un puñado de cebada y unas migajas de pan. Por las mentiras que dicen, y que mi pueblo cree, se mata a los que no deberían morir y se deja con vida a los que no merecen vivir.


Porque ustedes han descorazonado al justo con sus mentiras, sin que yo lo haya afligido. Han alentado al malvado para que no se convierta de su mala conducta y se salve.


Morirán a filo de espada todos los pecadores de mi pueblo, todos los que dicen: “No nos alcanzará la calamidad; ¡jamás se nos acercará!”.


Si con la intención de mentirles llega algún engañador prometiendo abundancia de vino y cerveza, este pueblo lo verá como un profeta.


Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga y sus profetas predicen por dinero; para colmo, buscan apoyo en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!».


Esto es lo que dice el Señor contra ustedes, profetas que desvían a mi pueblo: «Con el estómago lleno, invitan a la paz; con el vientre vacío, declaran la guerra.


En aquel tiempo registraré Jerusalén con lámparas para castigar a los que reposan tranquilos como vino en su sedimento, a los que piensan: “El Señor no va a hacer nada, ni para bien ni para mal”.


Los ídolos con maldad hablan mentiras, los adivinos tienen sueños falsos; hablan de visiones falsas y consuelan con discursos sin sentido. El pueblo vaga como rebaño afligido porque carece de pastor.


»El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy tu padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor de los Ejércitos, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre. »Y encima preguntan: “¿En qué hemos despreciado tu nombre?”.


sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y les provoque náuseas. Y esto por haber despreciado al Señor que está en medio de ustedes y por haber llorado, diciendo: ¿Por qué tuvimos que salir de Egipto?”».


»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió».


Asegúrense de que ningún hombre ni mujer ni clan ni tribu entre ustedes aparte hoy su corazón del Señor nuestro Dios para ir a adorar a los dioses de esas naciones. Tengan cuidado de que ninguno de ustedes sea como una raíz venenosa y amarga.


Si alguno de ustedes, al oír las palabras de este juramento, se cree bueno y piensa: «Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca», provocará la ruina tanto en la tierra regada como en la seca.


por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre, sino a Dios, quien da a ustedes su Espíritu Santo.


»Por lo tanto —dice el Señor, Dios de Israel—, de ninguna manera permitiré que tus parientes me sirvan, aun cuando yo había prometido que toda tu familia, tanto tus antepasados como tus descendientes, me servirían siempre. Yo, el Señor, lo afirmo. Yo honro a los que me honran y humillo a los que me desprecian.


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