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Jeremías 23:14 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

14 Y entre los profetas de Jerusalén he observado cosas terribles: cometen adulterio y viven en la mentira; fortalecen las manos de los malhechores, ninguno se convierte de su maldad. Todos ellos son para mí como Sodoma; los habitantes de Jerusalén son como Gomorra».

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Biblia Reina Valera 1960

14 Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 ¡Pero ahora veo que los profetas de Jerusalén son aún peores! Cometen adulterio y les encanta la deshonestidad. Alientan a los que hacen lo malo para que ninguno se arrepienta de sus pecados. Estos profetas son tan perversos como lo fue la gente de Sodoma y Gomorra».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Luego vi cosas horrorosas en los profetas de Jerusalén: adulterio, apego a la mentira. Apoyan a los perversos de tal manera, que nadie se arrepiente de su maldad. Para mí son todos ellos como Sodoma, y los habitantes son como los de Gomorra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Entre los profetas de Jerusalem he visto algo horrible: Adúlteros y mentirosos que apoyan a los malvados, Para que nadie se convierta de su maldad. Todos ellos se me han hecho como Sodoma, Y sus habitantes como Gomorra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pero en los profetas de Jerusalén observé algo monstruoso: cometer adulterio y proceder con mentira, fortalecer las manos de los malvados, sin que nadie se convierta de su maldad. Para mí, todos ellos son como Sodoma, y sus habitantes, como Gomorra.

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Jeremías 23:14
45 Referans Kwoze  

Los habitantes de Sodoma eran malvados y cometían muy graves pecados contra el Señor.


Entonces el Señor dijo a Abraham: —Las acusaciones contra Sodoma y Gomorra son muchas y su pecado, gravísimo.


Entonces el Señor hizo que cayera del cielo una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra.


Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con todo el valle y la vegetación del suelo.


La cabeza son los jefes y la gente de alto rango; la cola son los profetas, maestros de mentiras.


El Señor me contestó: «Esos profetas están profetizando mentiras en mi nombre. Yo no los he enviado, ni he dado ninguna orden, ni siquiera les he hablado. Lo que están profetizando son visiones engañosas, adivinaciones vanas y delirios de su propia imaginación.


Por eso, así dice el Señor: «Pregunten entre las naciones: ¿Quién ha oído algo semejante? La virginal Israel ha cometido algo terrible.


¡Que sea tal hombre como las ciudades que el Señor destruyó sin compasión. Que oiga gritos en la mañana y alaridos de guerra al mediodía!


A los que me desprecian les aseguran que yo, el Señor, digo que gozarán de paz; a los que obedecen los dictados de su terco corazón les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.


Si hubieran estado en mi consejo, habrían proclamado mis palabras a mi pueblo; lo habrían hecho volver de su mal camino y de sus malas acciones.


«Yo estoy contra los profetas que cuentan sueños mentirosos y que, al contarlos, hacen que mi pueblo se extravíe con sus mentiras y sus presunciones», afirma el Señor. «Yo no los he enviado ni he dado ninguna orden. No traen ningún beneficio a este pueblo», afirma el Señor.


Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colaías, y de Sedequías, hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: «Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos.


Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás ordené. Yo lo sé y de eso soy testigo», afirma el Señor.


«Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de todas las naciones.


Será como en la destrucción de Sodoma y Gomorra y de sus ciudades vecinas; nadie volverá a habitar allí, ningún ser humano vivirá en ella», afirma el Señor.


Más grande que los pecados de Sodoma es la iniquidad de mi pueblo; ¡fue derribada en un instante y nadie tendió la mano para ayudarla!


esos profetas de Israel que profetizaban acerca de Jerusalén tenían visiones falsas; les anunciaban visiones de paz, cuando no había paz, afirma el Señor y Dios”.


Ustedes me han profanado delante de mi pueblo por un puñado de cebada y unas migajas de pan. Por las mentiras que dicen, y que mi pueblo cree, se mata a los que no deberían morir y se deja con vida a los que no merecen vivir.


Hay una conspiración de sus príncipes en la que, como leones rugientes que despedazan su presa, devoran a la gente, se apoderan de las riquezas, de los objetos de valor y aumentan el número de viudas.


En el reino de Israel he visto algo horrible: se ha prostituido a Efraín e Israel se ha contaminado.


«Envié una destrucción como la de Sodoma y Gomorra; eran como brazas, tizones rescatados del fuego. Con todo, ustedes no se volvieron a mí», afirma el Señor.


Y todo esto por la transgresión de Jacob, por los pecados del pueblo de Israel. ¿Acaso no representa Samaria la transgresión de Jacob? ¿Y no es acaso en Jerusalén donde están los altares paganos de Judá?


Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga y sus profetas predicen por dinero; para colmo, buscan apoyo en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!».


Sus profetas son inescrupulosos, personas traicioneras. Sus sacerdotes profanan las cosas santas y violan la Ley.


»En aquel día arrancaré del país los nombres de los ídolos y nunca más volverán a ser recordados», afirma el Señor de los Ejércitos. «También eliminaré del país a los profetas y el espíritu de impureza.


Esta profecía es la palabra del Señor dirigida a Israel por medio de Malaquías.


Pero digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma que para ti».


Su viña es un retoño de Sodoma, de los campos de Gomorra. Sus uvas están llenas de veneno; sus racimos, preñados de amargura.


Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia endurecida.


Además, condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a cenizas, poniéndolas como escarmiento para los impíos.


Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como ejemplo al sufrir el castigo de un fuego eterno por haber practicado, como aquellos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza.


Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor.


Pero la bestia fue capturada junto con el falso profeta. Este es el que hacía señales en presencia de ella, con las cuales engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego y azufre.


Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte».


Pero afuera se quedarán los perros, los que practican las artes mágicas, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.


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