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Jeremías 14:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 Aunque ayunen, no escucharé sus clamores; aunque me ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré. En verdad, voy a exterminarlos con la espada, el hambre y la plaga».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Cuando ellos ayunen no les prestaré atención. Cuando me presenten sus ofrendas quemadas y las ofrendas de grano, no las aceptaré. En cambio, los devoraré con guerra, hambre y enfermedad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque me presenten holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Al contrario, me preparo para acabar con ellos por la espada, el hambre y la peste.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Cuando ayunen, no escucharé su clamor, y cuando ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré, sino que con espada, hambre y pestilencia los consumiré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Aunque ayunen, no escucho su clamor; aunque ofrezcan holocausto y oblación, no los quiero, sino que voy a acabar con ellos por medio de la espada, del hambre y de la peste'.

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Jeremías 14:12
32 Referans Kwoze  

¿Escucha Dios su clamor cuando les sobreviene la angustia?


»Entonces me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán.


El Señor aborrece los sacrificios de los malvados, pero se complace en la oración de los justos.


El sacrificio de los malvados es detestable y, más aún, cuando se ofrece con mala intención.


Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley.


y hasta me reclaman: “¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?”. »Pero el día en que ustedes ayunan, hacen lo que desean y explotan a sus obreros.


Por eso, así dice el Señor: “Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen a mí, no los escucharé.


»En cuanto a ti, Jeremías, no ores por este pueblo. No me ruegues ni me supliques por ellos, porque yo no escucharé cuando clamen a mí por causa de su calamidad.


El Señor me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, no tendría compasión de este pueblo. ¡Échalos de mi presencia! ¡Que se vayan!


«Morirán de enfermedades horribles. Nadie llorará por ellos ni los sepultará; se quedarán sobre la faz de la tierra, como el estiércol. La espada y el hambre acabarán con ellos, y sus cadáveres servirán de alimento para las aves del cielo y para las bestias de la tierra».


heriré a hombres y animales; los habitantes de esta ciudad morirán por causa de una plaga terrible.


Enviaré contra ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que di a ellos y a sus antepasados”».


»Ahora las rampas de ataque han llegado hasta la ciudad para conquistarla. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan. Todo lo que habías anunciado se está cumpliendo; tú mismo lo estás viendo.


¿De qué me sirve este incienso que llega de Sabá o la caña dulce de un país lejano? Sus holocaustos no me gustan; sus sacrificios no me agradan».


»“Voy a arrancarlos por completo”, afirma el Señor, “no encuentro uvas en la viña ni hay higos en la higuera; sus hojas están marchitas. ¡Voy, pues, a quitarles lo que les he dado!”».


Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».


»Y, si yo enviara plaga a ese país y derramara sobre él mi ira mortal para eliminar a sus habitantes y a sus animales,


»Así dice el Señor y Dios: ¡Peor será cuando mande contra Jerusalén mis cuatro castigos fatales: la espada, el hambre, las bestias feroces y la plaga! Con ellas arrasaré a sus habitantes y a sus animales.


Por eso, voy a actuar con furor. No les tendré piedad ni compasión. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!».


Con sus ovejas y sus vacas irán en busca del Señor, pero no lo encontrarán porque él se ha apartado de ellos.


«Detesto y aborrezco sus fiestas religiosas; no me agradan sus cultos solemnes.


Entonces pedirán auxilio al Señor, pero él no responderá; esconderá de ellos su rostro porque hicieron lo malo.


“Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen —dice el Señor de los Ejércitos—.


¡Cómo quisiera que alguno de ustedes cerrara las puertas del Templo, para que no encendieran en vano el fuego de mi altar! No estoy nada contento con ustedes —dice el Señor de los Ejércitos— y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de sus manos.


Otra cosa que ustedes hacen es inundar de lágrimas el altar del Señor; lloran y se lamentan porque él ya no mira con agrado sus ofrendas ni las acepta con placer de sus manos.


Miré y apareció un caballo amarillento. El jinete se llamaba Muerte y el Hades lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra.


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