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Isaías 9:20 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

20 Unos comerán lo que esté a su mano derecha, pero se quedarán con hambre; otros comerán lo que esté a su izquierda, pero no quedarán satisfechos. ¡Se comerán a sus propios hijos!

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Biblia Reina Valera 1960

20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Atacarán a su vecino de la derecha pero seguirán con hambre. Devorarán a su vecino de la izquierda, pero no quedarán satisfechos. Al final, se comerán hasta a sus propios hijos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Manasés se come a Efraím, Efraím a Manasés, y ambos se lanzan contra Judá. Ni con eso se le ha pasado el enojo, y su mano sigue amenazante.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Cada uno devora la carne de su prójimo Y ninguno perdona a su hermano. Devora a diestra, y sigue con hambre, Devora a siniestra, pero no se harta.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Manasés a Efraín, Efraín a Manasés y los dos a Judá. Y ni aun así se calmó su ira, su mano está todavía extendida.

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Isaías 9:20
16 Referans Kwoze  

El necio se cruza de brazos y se devora a sí mismo.


No les quedará más remedio que humillarse entre los cautivos o morir entre los masacrados. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Los más desvalidos pacerán como ovejas, los necesitados descansarán seguros. Pero mataré de hambre a su raíz; destruiré a sus sobrevivientes.


¡Presten atención! El Señor, el Señor de los Ejércitos, retira de Jerusalén y de Judá todo apoyo y sustento: toda provisión de pan, toda provisión de agua.


Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino. Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».


Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Estos dos males han venido sobre ti: ruina y destrucción, hambre y espada. ¿Quién se apiadará de ti? ¿Quién te consolará?


Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios


y, clavando la mirada en la tierra, solo verán aflicción, tinieblas y espantosa penumbra; ¡serán arrojados a una oscuridad total!


Haré que se despedacen unos a otros, padres e hijos por igual. No les tendré piedad ni lástima, sino que los destruiré sin compasión”», afirma el Señor.


Ante el angustioso asedio que les impondrán los enemigos que atentan contra ustedes, haré que se coman la carne de sus propios hijos e hijas y que se devoren entre sí’ ”.


Con sus manos, mujeres compasivas cocinaron a sus propios hijos, y esos niños fueron su alimento cuando mi pueblo fue destruido.


Comerás, pero no te saciarás, sino que seguirás padeciendo hambre. Almacenarás, pero no salvarás nada, porque lo que salves lo daré a la espada.


Así que les dije: «Ya no voy a ser su pastor. Las que se vayan a morir, que se mueran; las que deban perecer, que perezcan; y las que queden con vida, que se devoren unas a otras».


Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie.


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