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Isaías 9:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

19 Por la ira del Señor de los Ejércitos arderá en fuego la tierra. Y el pueblo será el combustible: ¡Nadie se compadecerá de su hermano!

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Biblia Reina Valera 1960

19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 La tierra quedará ennegrecida por la furia del Señor de los Ejércitos Celestiales. El pueblo será combustible para el fuego, y nadie perdonará la vida ni siquiera de su propio hermano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Muerden a derecha, y todavía siguen con hambre; comen a izquierda, y no quedan satisfechos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¡Por la ira de YHVH Sebaot el país se tambalea,° Y el pueblo es pasto del fuego!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 cada cual devora la carne de su prójimo: despedaza a derecha y queda con hambre, devora a izquierda y no se harta:

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Isaías 9:19
32 Referans Kwoze  

El hombre fuerte se convertirá en estopa y su trabajo, en chispa; arderán los dos juntos y no habrá quien los apague».


Lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que me enfurece, para saquearlo y despojarlo, para pisotearlo como al barro de las calles.


Por eso haré que tiemble el cielo y que la tierra se mueva de su sitio, por el furor del Señor de los Ejércitos, en el día de su ardiente ira.


Con sus arcos traspasarán a los jóvenes; no se apiadarán del fruto del vientre ni tendrán compasión de los niños.


¡Miren! ¡Ya viene el día del Señor —día cruel, de furor y ardiente ira—; dejará la tierra devastada y exterminará en ella a los pecadores!


Por eso una maldición consume a la tierra y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos.


Levantada está, Señor, tu mano, pero ellos no la ven. ¡Que vean tu celo por el pueblo y sean avergonzados; que sean consumidos por el fuego destinado a tus enemigos!


El pueblo se oprimirá a sí mismo: hombre contra hombre, vecino contra vecino, joven contra anciano, plebeyo contra noble.


Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: «¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?».


Con espíritu de juicio y espíritu abrasador, el Señor lavará la inmundicia de las hijas de Sión y limpiará la sangre que haya en Jerusalén.


Por eso él derramó sobre ellos su ardiente ira y el furor de la guerra. Los envolvió en llamas, pero no comprendieron; los consumió, pero no lo tomaron en serio.


Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. Porque han rechazado la Ley del Señor de los Ejércitos y han desdeñado la palabra del Santo de Israel.


En aquel día bramará contra ella como brama el mar. Si alguien contempla la tierra, la verá sombría y angustiada; entonces la luz se ocultará tras negros nubarrones.


Mira, las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!


y, clavando la mirada en la tierra, solo verán aflicción, tinieblas y espantosa penumbra; ¡serán arrojados a una oscuridad total!


Glorifiquen al Señor su Dios, antes de que haga venir la oscuridad y ustedes tropiecen contra los montes sombríos. Ustedes esperan la luz, pero él la cambiará en sombras mortales; la convertirá en densa oscuridad.


Dile: “Escucha, bosque del Néguev, la palabra del Señor. Así dice el Señor y Dios: ‘En medio de ti voy a prender un fuego que devorará todos los árboles, tanto los secos como los verdes. Este incendio no se podrá apagar; quemará toda la superficie, de norte a sur.


Pero oí que a los otros dijo: «Síganlo. Recorran la ciudad y maten sin piedad ni compasión.


Día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y densos nubarrones. Como la aurora que se extiende sobre los montes, así avanza un pueblo fuerte y numeroso, pueblo como nunca lo hubo en la antigüedad ni lo habrá en las generaciones futuras.


El fuego devora delante de ellos; detrás, las llamas arden. Antes de su llegada, el país se parece al jardín del Edén; después, queda un desolado desierto. ¡Nada escapa de su poder!


Cuando yo destruya la provisión de pan, diez mujeres hornearán para ustedes pan en un solo horno. Y lo distribuirán racionado, de tal manera que comerán, pero no se saciarán.


¡Ay de los que suspiran por el día del Señor! ¿De qué les servirá ese día si va a ser de oscuridad y no de luz?


Los descendientes de Jacob serán fuego y los de José, llama; pero la casa real de Esaú será paja: le pondrán fuego y la consumirán de tal forma que no quedará sobreviviente entre los descendientes de Esaú». El Señor lo ha dicho.


La gente piadosa ha sido eliminada del país, no queda persona recta. Todos tratan de matar a alguien; unos a otros se tienden redes.


El hijo ultraja al padre, la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra y los enemigos de cada cual están en su propia familia.


Pero ya no tendré piedad de los que habitan este país —afirma el Señor—, sino que los entregaré en manos de su prójimo y de su rey. Aunque devasten el país, no los rescataré de sus manos».


Así que les dije: «Ya no voy a ser su pastor. Las que se vayan a morir, que se mueran; las que deban perecer, que perezcan; y las que queden con vida, que se devoren unas a otras».


»Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja; ese día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor de los Ejércitos—.


Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde toda la tierra quedó en oscuridad.


El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y esplendoroso.


Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, poniéndolos en cadenas de oscuridad y reservándolos para el juicio.


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