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Isaías 63:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

16 Pero tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conozca ni nos reconozca Israel; tú, Señor, eres nuestro Padre; ¡tu nombre ha sido siempre «nuestro Redentor»!

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Biblia Reina Valera 1960

16 Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Ciertamente tú sigues siendo nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desheredaran, tú, Señor, seguirías siendo nuestro Padre. Tú eres nuestro Redentor desde hace siglos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 pues tú eres nuestro Padre. Abraham ya no sabe de nosotros e Israel tampoco se acordará. Mas tú, Yavé, eres nuestro Padre, nuestro Redentor; éste ha sido siempre tu Nombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 ¡No la reprimas, porque Tú eres nuestro padre! Aunque Abraham no nos conozca e Israel nada sepa de nosotros, Tú, oh YHVH, eres nuestro Padre; ¡Redentor nuestro desde la eternidad, es tu Nombre!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Porque tú eres nuestro padre; Abrahán no sabe de nosotros, ni Israel nos reconoce. Tú, Yahveh, eres nuestro padre; tu nombre desde siempre 'Nuestro redentor'.

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Isaías 63:16
29 Referans Kwoze  

Entonces David bendijo así al Señor en presencia de toda la asamblea: «¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!


Si sus hijos reciben honores, él no lo sabe; si se les humilla, él no se da cuenta.


Entonces tú le dirás al faraón que esto dice el Señor: “Israel es mi primogénito.


Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada; tampoco tienen recompensa, pues su memoria cae en el olvido.


¡Oigan, cielos! ¡Escucha, tierra! Porque el Señor ha hablado: «Yo crie hijos y los hice crecer, pero ellos se rebelaron contra mí.


Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob: «Jacob ya no será avergonzado ni palidecerá su rostro.


No temas, gusano Jacob, pequeño Israel, porque yo mismo te ayudaré», afirma el Señor, ¡el Santo de Israel, tu Redentor!


«Pero tú, Israel, mi siervo, tú, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo:


Así dice el Señor, su Redentor, el Santo de Israel: «Por ustedes enviaré gente a Babilonia; abatiré a todos como fugitivos. En los barcos que eran su orgullo, abatiré a los babilonios.


»Así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos, Rey y Redentor de Israel: “Yo soy el Primero y el Último; fuera de mí no hay otro dios.


Así dice el Señor, el Santo de Israel, su Hacedor: «¿Van acaso a pedirme cuentas del futuro de mis hijos o a darme órdenes sobre la obra de mis manos?


Miren a Abraham, su padre, y a Sara, quien los dio a luz. Cuando yo lo llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué.


Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el Señor de los Ejércitos. Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre!


Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.


el que hizo que su glorioso brazo marchara a la derecha de Moisés, el que separó las aguas a su paso, para ganarse renombre eterno?


Nadie invoca tu nombre ni se esfuerza por aferrarse a ti. Pues nos has dado la espalda y nos has entregado en poder de nuestras iniquidades.


A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.


Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.


»Yo mismo dije: »“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo y darte una tierra deliciosa, la heredad más hermosa de las naciones!”. Yo creía que me llamarías “Padre mío” y que nunca dejarías de seguirme.


Ciertamente son un engaño las colinas, y una mentira el estruendo sobre las montañas. Ciertamente en el Señor nuestro Dios está la salvación de Israel.


Entre llantos vendrán y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín.


»Con todo, los israelitas serán tan numerosos como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el mismo lugar donde se les llamó Loamí, se les llamará “hijos del Dios viviente”.


»El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy tu padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor de los Ejércitos, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre. »Y encima preguntan: “¿En qué hemos despreciado tu nombre?”.


¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos creó un solo Dios? ¿Por qué, pues, profanamos el pacto de nuestros antepasados al traicionarnos unos a otros?


»Ustedes deben orar así: »“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.


Las obras de ustedes son como las de su padre. —Nosotros no somos hijos ilegítimos —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos y es Dios mismo.


Eres hijo del Señor tu Dios. No te hagas cortes en la piel ni te rapes la cabeza en honor de un muerto,


¿Y así pagas al Señor, pueblo tonto y sin sabiduría? ¿Acaso no es tu Padre, tu Creador, el que te hizo y te formó?


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