Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Isaías 62:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que nunca callarán ni de día ni de noche. Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso;

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis,

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Oh Jerusalén, yo he puesto centinelas en tus murallas; ellos orarán continuamente, de día y de noche. No descansen, ustedes que dirigen sus oraciones al Señor.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Sobre tus murallas, Jerusalén, he puesto centinelas para que estén alerta día y noche. Ustedes, que deben recordárselo a Yavé, no se queden allí parados,

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

6 ¡Oh Jerusalem, sobre tus muros he emplazado centinelas! Nunca se descuidarán, ni de día ni de noche. Los que invocáis a YHVH no os deis descanso;

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas; ni de día ni de noche, nunca jamás callarán. Vosotros, que recordáis a Yahveh, no os concedáis reposo.

Gade chapit la Kopi




Isaías 62:6
33 Referans Kwoze  

Tú mismo afirmaste que me harías prosperar y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar».


Entonces dijo: —¡Suéltame, que ya está por amanecer! —¡No te soltaré hasta que me bendigas! —respondió Jacob.


Conforme a lo dispuesto por su padre David, Salomón asignó turnos a los sacerdotes para prestar su servicio. A los levitas los estableció en sus cargos para entonar las alabanzas y para ayudar a los sacerdotes en los ritos diarios. También fijó turnos a los porteros en cada puerta, porque así lo había ordenado David, hombre de Dios.


Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas».


Recuerda, Señor, que tu enemigo te insulta y que un pueblo insensato ofende tu nombre.


Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas.


Me encuentran los centinelas mientras rondan la ciudad. Les pregunto: «¿Han visto ustedes al amor de mi vida?».


Me encontraron los centinelas mientras rondaban la ciudad; los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon; ¡me despojaron de mi manto!


¡Hazme recordar! Presentémonos a juicio; plantea el argumento de tu inocencia.


Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes.


¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el Señor vuelve a Sión.


Ciegos están todos los guardianes de Israel; ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar. Se acuestan y desvarían; les encanta dormitar.


Por amor a Sión no guardaré silencio, por amor a Jerusalén no desmayaré, hasta que su justicia resplandezca como la aurora y como antorcha encendida su salvación.


En honor a tu nombre, no nos desprecies; no deshonres tu trono glorioso. ¡Acuérdate de tu pacto con nosotros! ¡No lo quebrantes!


Yo aposté centinelas para ustedes y dije: “Presten atención al toque de trompeta”. Pero ellos dijeron: “No prestaremos atención”.


¡Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido! ¡Contempla y ve nuestra deshonra!


¿Por qué siempre nos olvidas? ¿Por qué nos abandonas tanto tiempo?


Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más fuerte: —¡Hijo de David, ten compasión de mí!


y me dijo: “Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia.


—¿Qué quieres, Señor? —preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo. —Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —contestó el ángel—.


En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas.


Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae ningún provecho.


Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?».


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite