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Isaías 51:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 «Soy yo mismo el que los consuela. ¿Quién eres tú, que temes a los hombres, a simples mortales, que no son más que hierba?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 «Yo, sí, yo soy quien te consuela. Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos que se marchitan como la hierba y desaparecen?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Yo, yo soy el que te consuela. ¿Por qué tienes miedo a los hombres que mueren, a un hijo de hombre que desaparecerá como el pasto?

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Yo, Yo soy quien os consuela, ¿Quién eres tú para que temas al mortal; A hombres, que son como la hierba,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Yo, yo soy quien os consuela. ¿Quién eres tú para que temas al hombre que muere, al hijo de hombre que como hierba es tratado?

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Isaías 51:12
37 Referans Kwoze  

El ángel del Señor ordenó a Elías: «Baja con él; no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey,


El Señor está conmigo y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?


Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se arruinan sus planes.


aunque broten como hierba los malvados y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos.


Muchos buscan el favor del gobernante, pero solo el Señor hace justicia.


¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!».


¡Dejen de confiar en simples humanos, que es muy poco lo que valen! ¡Sus vidas son un soplo nada más!


¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! —dice su Dios—.


»Soy yo, solo yo, el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados.


Ustedes, los cielos, ¡griten de alegría! Tierra, ¡regocíjate! Montañas, ¡prorrumpan en canciones! Porque el Señor consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres.


Sin duda, el Señor consolará a Sión; consolará todas sus ruinas. Convertirá en un Edén su desierto; en huerto del Señor sus tierras secas. En ella encontrarán alegría y regocijo, acción de gracias y música de salmos.


Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpan juntas en canciones de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.


»¿Quién te asustó, quién te metió miedo, que me has engañado? No te acordaste de mí ni me tomaste en cuenta. ¿Será que no me temes porque guardé silencio tanto tiempo?


a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo


Como madre que consuela a su hijo, así yo los consolaré a ustedes; en Jerusalén serán consolados».


«No digan ustedes que es conspiración todo lo que llama conspiración esta gente; no teman lo que ellos temen ni se dejen asustar.


El rey Sedequías respondió: —Yo tengo miedo de los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.


para huir de los babilonios. Estaban con temor, ya que Ismael, hijo de Netanías, había matado a Guedalías, hijo de Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.


Tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, por más que estés en medio de cardos y espinas, y vivas rodeado de escorpiones. No temas por lo que digan ni te sientas atemorizado, porque son un pueblo rebelde.


No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.


No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.


Porque «todo mortal es como la hierba y toda su gloria como la flor del campo. La hierba se seca y la flor se cae,


—¡He pecado! —admitió Saúl—. He desobedecido la orden del Señor y tus instrucciones. Los soldados me intimidaron y les hice caso.


Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.


Por lo tanto, fingió perder la razón y, en público, comenzó a portarse como un loco, haciendo garabatos en las puertas y dejando que la saliva le corriera por la barba.


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