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Isaías 5:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 La dejaré desolada y no será podada ni cultivada; le crecerán espinos y cardos. Mandaré que las nubes no derramen lluvia sobre ella».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 La convertiré en un lugar silvestre donde no se podan las vides ni se remueve la tierra, un lugar cubierto de cardos y espinos. Ordenaré a las nubes que no dejen caer la lluvia sobre ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 derribaré el muro, y será pisoteada. Ya no la cuidaré en adelante, no se podará ni se limpiará más, sino que crecerán en ella la zarza y el espino, y les mandaré a las nubes que no dejen caer más lluvia sobre ella.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 La dejaré arrasada, no será podada ni labrada, Le crecerán las zarzas y los espinos Y a las nubes impondré mandato para que no lluevan sobre ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Haré de ella un erial: no se podará ni escardará, crecerán cardos y abrojos; mandaré a las nubes que no lluevan sobre ella.

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Isaías 5:6
32 Referans Kwoze  

Ahora bien, Elías, el de Tisbé de Galaad, fue a decirle a Acab: «Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te aseguro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene».


»Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran hacia este lugar y alaban tu nombre y se arrepienten de su pecado,


¡que nazcan en mi tierra zarzas en vez de trigo y maleza en vez de cebada!». Con esto Job dio por terminado su discurso.


Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno y el lindero de piedras estaba en ruinas.


La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos.


El Señor te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas.


Ustedes, que se sienten tan confiadas, en poco más de un año temblarán; porque fallará la vendimia, y no llegará la cosecha.


«Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas y tu tierra quedó asolada, ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes y lejos quedarán los que te devoraban.


En vez de zarzas, crecerán cipreses; mirtos, en lugar de ortigas. Esto dará renombre al Señor; será una señal que durará para siempre».


Todas ellas vendrán y anidarán en las quebradas profundas, en las grietas de las rocas, en todos los matorrales espinosos y sobre todos los abrevaderos.


Esta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías con motivo de la sequía:


¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer llover? ¿Pueden los cielos solos dar lluvia? Solo tú, Señor y Dios nuestro, puedes hacer todas estas cosas; por eso nuestra esperanza está en ti.


Todo este país quedará reducido a horror y ruina; estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años”.


»Pero el Señor me pide decirte: “Voy a destruir lo que he construido y a arrancar lo que he plantado; es decir, arrasaré con toda esta tierra.


Ha destrozado su morada como a un jardín; ha derribado su lugar de reunión. El Señor ha hecho que Sión olvide sus fiestas solemnes y sus sábados; en el ardor de su ira rechazó al rey y al sacerdote.


Porque los israelitas vivirán mucho tiempo sin rey o príncipe, sin sacrificio o altares, sin efod o ídolos familiares.


Aunque escapen de la destrucción, los recogerá Egipto y los enterrará Menfis. Sus tesoros de plata se llenarán de ortigas, y los espinos invadirán sus tiendas de campaña.


Asoló mis vides, desgajó mis higueras. Las peló y las derrumbó, dejando blancas sus ramas.


«Yo les retuve la lluvia cuando aún faltaban tres meses para la cosecha. En una ciudad hacía llover, pero en otra no; una parcela recibía lluvia, mientras que otra no y se secó.


Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los que no son judíos pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.


Toda ella será un desperdicio ardiente de sal y de azufre, donde nada podrá plantarse, nada germinará y ni siquiera la hierba crecerá. Será como cuando el Señor destruyó con el furor de su ira las ciudades de Sodoma y Gomorra, Admá y Zeboyín.


Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; además, tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.


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