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Isaías 47:6 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

6 Yo estaba enojado con mi pueblo; por eso profané mi heredad. Los entregué en tu mano y no les tuviste compasión. Pusiste sobre los ancianos un yugo muy pesado.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Pues yo estaba enojado con mi pueblo escogido y lo castigué al dejar que cayera en tus manos. Sin embargo, tú, Babilonia, no les tuviste compasión. Hasta oprimiste a los ancianos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Indignado contra mi pueblo, profané mi heredad, y la entregué en tu mano; No tuviste compasión de ellos; Abrumaste con tu yugo a los ancianos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no te compadeciste de ellos. Sobre el anciano hiciste pesar tu yugo en demasía.

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Isaías 47:6
28 Referans Kwoze  

—¡Estoy entre la espada y la pared! —respondió David—. Pero es mejor que caigamos en las manos del Señor, porque su compasión es grande, y no que yo caiga en las manos de los hombres.


Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y, si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!”.


Había allí un hombre llamado Oded que era profeta del Señor. Cuando el ejército regresaba a Samaria, este profeta salió a su encuentro y les dijo: —El Señor, Dios de sus antepasados, entregó a los de Judá en manos de ustedes, porque estaba enojado con ellos. Pero ustedes los mataron con tal furia que repercutió en el cielo.


Entonces él envió contra ellos al rey de los babilonios, quien dentro del mismo Templo mató con su espada a los jóvenes; no tuvo compasión de jóvenes ni de doncellas, ni de adultos ni de ancianos. A todos se los entregó Dios en sus manos.


A los que se salvaron de la muerte, el rey se los llevó a Babilonia y fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el establecimiento del reino persa.


Pero, como nuestros antepasados provocaron a ira al Dios del cielo, él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo que destruyó este templo y que llevó al pueblo cautivo a Babilonia.


Pues al que has afligido lo persiguen y se burlan del dolor del que has herido.


Lo envío contra una nación impía, lo mando contra un pueblo que me enfurece, para saquearlo y despojarlo, para pisotearlo como al barro de las calles.


Ante sus propios ojos estrellarán a sus pequeños, saquearán sus casas y violarán a sus mujeres.


el que dejaba el mundo hecho un desierto, el que arrasaba sus ciudades y nunca dejaba libres a los presos?».


que con furia y continuos golpes castigaba a los pueblos, que con implacable enojo dominaba y perseguía a las naciones.


Por eso humillé a las autoridades del templo; entregué a Jacob a la destrucción total, entregué a Israel al menosprecio.


Empuñan el arco y la lanza; son crueles y no tienen compasión. Lanzan gritos como bramidos del mar y cabalgan sobre sus corceles. ¡Vienen contra ti, hija de Babilonia, alineados para la batalla como un solo hombre!


»Mis pecados fueron atados a un yugo; sus manos los ataron juntos. Me los ha colgado al cuello, y ha debilitado mis fuerzas. Me ha entregado en manos de gente a la que no puedo ofrecer resistencia.


»La gente ha escuchado mi gemir, pero no hay quien me consuele. Todos mis enemigos conocen mi pesar y se alegran de lo que has hecho conmigo. ¡Manda ya tu castigo anunciado, para que sufran lo que he sufrido!


Sin compasión el Señor ha devorado todas las moradas de Jacob; en su furor ha derribado los baluartes de la hija de Judá y ha puesto su honra por los suelos, al humillar al reino y a sus príncipes.


El Señor mismo los ha dispersado; ya no se preocupa por ellos. Ya no hay respeto para los sacerdotes ni compasión para los ancianos.


A nuestros príncipes los colgaron de las manos y a nuestros ancianos no los honraron.


advertirle al pueblo de Israel que así dice el Señor y Dios: “Voy a profanar mi santuario, orgullo de su fortaleza, el Templo que les deleita la vista y en el que depositan su afecto. Los hijos y las hijas que ustedes dejaron morirán a filo de espada,


Por la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como a un objeto profano. A ti, querubín protector, te eliminé de entre las piedras de fuego.


Por la violencia hecha contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás exterminado para siempre.


Pues sin duda que, así como ustedes bebieron de mi copa en mi santo monte, así también la beberán sin cesar todas las naciones; beberán y beberán, entonces serán como si nunca hubieran existido.


Ante esto, el ángel del Señor respondió: «Señor de los Ejércitos, ¿hasta cuándo te negarás a compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá con las que has estado enojado estos setenta años?».


En cambio, estoy lleno de ira con las naciones engreídas. Mi enojo era poco, pero ellas lo agravaron”.


Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.


Esta nación tendrá un aspecto feroz y no respetará a los viejos ni se compadecerá de los jóvenes.


porque habrá un juicio sin compasión para el que actúe sin compasión. ¡La compasión triunfa en el juicio!


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